Esta guerra es un mal necesario; esta guerra está en el plan de Dios, el cual consiste en despertar a la humanidad hacia valores superiores de consciencia. La humanidad habrá sufrido en vano si no logra aprovechar las lecciones de la guerra. Esta guerra está enseñando que hasta una persona corriente puede elevarse hasta las máximas alturas del sacrificio siguiendo una causa desinteresada. También está enseñando que todas las cosas materiales del mundo: la riqueza, las posesiones, el poder, la fama, la familia e incluso el mismísimo sentido de la vida en la Tierra, son transitorias y carentes de valor duradero. Las guerras ganarán al hombre para Dios, a través de las lecciones que las guerras brindan, está vinculado con la Verdad y al hombre lo iniciará en una nueva vida inspirada por valores verdaderos y perdurables.
Las personas están haciendo sacrificios sin límite y soportando sufrimientos imposibles de explicar, lo hacen por su país o lo hacen por una ideología política. Los hombres son capaces de los mismos sacrificios y la misma paciencia en aras de Dios, o en aras de la Verdad. Todas las religiones han reclamado inequívocamente que el hombre viva en la Verdad, de manera que es pura locura luchar en nombre de la religión. Ahora es tiempo de que la humanidad tenga una visión renovada de la verdad, una visión que pueda ver que toda la vida es una y que Dios es lo único real y lo único que importa. Vale la pena vivir para Dios, y también vale la pena morir por Dios. Todo lo demás es vana y estéril búsqueda de valores basados en la ilusión.