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La Nueva Humanidad

La Nueva Humanidad

La Nueva Humanidad

El Plan Divino

Como en todos los grandes períodos críticos de la historia humana, la humanidad ahora pasa por el agonizante trabajo del renacimiento espiritual. Grandes fuerzas de destrucción están en marcha y parecen dominar por el momento, pero fuerzas constructivas y creativas que  van a redimir a la humanidad también están siendo liberadas mediante distintos canales. Aunque el trabajo de estas fuerzas de luz se hace mayormente en silencio, están destinadas a traer consigo mismas las transformaciones que harán que el posterior avance espiritual de la humanidad sea seguro y sea firme. Todo es parte del plan divino, que es darle al mundo que está cansado y hambriento, la única y eterna Verdad nuevamente. 

La guerra, un síntoma de causas más graves

El urgente problema que enfrenta la humanidad ahora, es idear maneras, idear medios para eliminar la competencia, el conflicto y la rivalidad en todas las formas ya sean sutiles y densas que se asumen en las distintas esferas de la vida. Las guerras militares son, por supuesto, el origen más obvio, más evidente del caos y la destrucción. Sin embargo, las guerras en sí no constituyen el problema central, es el síntoma externo de algo más grave de raíz. Las guerras y el sufrimiento que conllevan no se pueden evitar completamente con mera propaganda antibélica; si las guerras van a  desaparecer de la historia humana, será necesario enfrentar su causa raíz, su causa primaria, su causa profunda. Aún sin conflictos militares, las personas o grupos de individuos se involucran constantemente en conflictos económicos o en alguna otra forma sutil de contienda. Las guerras militares, con toda la crueldad que implican, surgen sólo cuando se agravan estas causas ocultas,  subyacentes.

La causa última del caos está en el egoísmo y en el interés propio 

La causa raíz del caos que se precipita en las guerras, reside en que la mayoría de la gente se encuentra atrapada en las garras del egoísmo y en consideraciones egoístas, expresando su egoísmo y su  propio interés, tanto en forma individual como colectiva. Ésta es la vida de valores ilusorios en la que el hombre está atrapado. Enfrentar la Verdad es darse cuenta de que la vida es una en todas sus múltiples manifestaciones y a través de ellas. Entender esto es olvidar al yo limitante, al yo que limita, al yo dual, egoísta, limitado en la realización de la unidad de la vida.

Las guerras son innecesarias e irracionales  

Con el despertar del verdadero entendimiento, el problema de las guerras desaparecería inmediatamente. Las guerras deben considerarse tan claramente innecesarias e irracionales, que el problema inmediato no sería cómo detenerlas, sino cómo librarlas espiritualmente en contra de la actitud mental responsable de tan cruel y dolorosa situación. A la luz de la Verdad donde se observa la unidad de toda la vida, la acción cooperativa y armoniosa se vuelve natural e inevitable. Por lo tanto, la principal tarea para quienes se interesan profundamente por la reconstrucción de la humanidad, es hacer todo lo posible para disipar la ignorancia espiritual que envuelve a la humanidad entera. 

El interés propio debe ser eliminado de toda esfera de la vida

Las guerras no surgen sólo para asegurar el ajuste, sintonización o armonización material,  sino que a menudo son el resultado de la identificación sin ningún tipo de críticas a los  intereses egoístas y mezquinos, que por asociación vienen a quedar incluidos en la parte del mundo considerada como mía, como "propia”. El ajuste material es sólo parte del problema más amplio de establecer  una sintonización, un ajuste espiritual; pero este ajuste espiritual requiere la eliminación del yo, no sólo de los aspectos materiales de la vida, sino también de aquellos ámbitos, de aquellos lugares que afectan la vida intelectual, emocional y cultural del hombre. 

Incluso el ajuste o sintonización  material  requiere entendimiento espiritual   

Comprender el problema de la humanidad sólo como un problema de pan, de alimento, es reducir a la humanidad al nivel de la animalidad. Pero aun cuando el hombre emprende la limitada tarea de asegurar un ajuste puramente material, sólo puede tener éxito si tiene entendimiento espiritual, conocimiento. El ajuste económico es imposible a menos que la gente se percate de que no puede haber ninguna acción planificada, ninguna acción cooperativa en materia económica, hasta que el interés propio ceda lugar al amor desinteresado. De lo contrario, aun con el mejor de los equipos y eficiencia en las esferas materiales, la humanidad no podrá evitar el conflicto y la insuficiencia.

La correcta función  de la ciencia

LA NUEVA HUMANIDAD que emerge del esfuerzo de la presente lucha y del presente sufrimiento, no ignorará la ciencia ni sus logros prácticos. Es un error considerar a la ciencia como anti-espiritual. La ciencia es una ayuda o un obstáculo para la espiritualidad según el uso que a la ciencia se le da. Así como el verdadero  arte expresa espiritualidad, la ciencia, manejada adecuadamente, puede ser expresión y realización del espíritu. Las verdades científicas relativas al cuerpo físico y su vida en el mundo denso , en el mundo material, en el mundo materialista, pueden convertirse en un medio para que el alma se conozca a sí misma; pero para servir este propósito, se deben ajustar debidamente al mayor entendimiento espiritual. Esto incluye una percepción constante de  verdaderos valores y de los valores perdurables. En ausencia de tal entendimiento espiritual, las verdades y los logros científicos pueden ser utilizados para la  mutua destrucción y para una vida que tiende a fortalecer las cadenas que aprisionan al espíritu. Sólo se puede garantizar el progreso íntegro de la humanidad si la ciencia y la verdadera religión, la religión real, la religión con contenido espiritual verdadero, van de la mano.

Necesidad de experiencia espiritual

La civilización venidera de la Nueva Humanidad será dotada, no de doctrinas áridas intelectuales, sino de una experiencia espiritual viviente. La experiencia espiritual captura las verdades más profundas, que son inaccesibles al mero intelecto, a la mente que piensa. No puede nacer solamente del intelecto. La verdad espiritual a menudo se puede afirmar y expresar a través del intelecto y el intelecto seguramente es de cierta ayuda para la comunicación de  la experiencia espiritual; pero por sí solo, el intelecto es insuficiente para capacitar al hombre a tener una experiencia espiritual o comunicarla a otros. Si dos personas han tenido dolores de cabeza, pueden examinar conjuntamente su experiencia y hacerla explícita entre sí mediante el desempeño del intelecto; pero si una persona jamás ha experimentado dolor de cabeza, ninguna explicación intelectual será suficiente para hacerle comprender lo que es realmente un dolor de cabeza. La explicación intelectual jamás puede sustituir a la experiencia espiritual. A lo sumo, puede preparar el terreno para ello. 

Naturaleza y lugar de la experiencia espiritual

La experiencia espiritual implica más de lo que puede captar el mero intelecto. Esto a menudo se enfatiza al denominarla una experiencia mística. El misticismo con frecuencia se considera como algo anti-intelectual, oscuro y confuso, o impráctico y desconectado de la experiencia. De hecho, el verdadero misticismo no es nada de esto. No hay nada irracional en el  verdadero misticismo cuando es, como debe ser, una visión, una perspectiva de la Realidad. Es una forma de percepción absolutamente cristalina y tan práctica que puede vivirse en cada momento de la vida y expresarse en los deberes cotidianos. Su conexión con la experiencia es tan profunda que, en cierto sentido, es el entendimiento final de toda experiencia. Cuando la experiencia espiritual se describe como mística, no se debe asumir que es algo sobrenatural o completamente fuera del alcance de la consciencia humana. Lo único que se quiere decir, es que no es accesible al limitado intelecto humano hasta que éste intelecto trasciende sus límites y es iluminado por la realización directa del Infinito. Jesus, el Cristo, señaló el camino a la experiencia espiritual cuando dijo: "Dejen todo y siganme." Esto significa que el hombre debe abandonar sus condicionamientos y establecerse en la vida infinita de Dios. La experiencia espiritual real implica no sólo la realización del alma en los planos superiores, sino también una actitud correcta hacia los deberes mundanos, cotidianos. Si se pierde la conexión con las diferentes fases de la vida, lo que tenemos es una inestabilidad emocional producto de una organización defensiva, que está lejos de ser una verdadera experiencia espiritual.

La experiencia espiritual no nace de la evasión

La experiencia espiritual que ha de avivar y energizar a la Nueva Humanidad, no puede ser una reacción a las severas y a las intransigentes demandas hechas por las realidades de la vida misma. Quienes no tienen capacidad de ajustarse al flujo de la vida, tienden a replegarse ante las realidades de la vida y buscan refugio y protección en una fortaleza de ilusiones que han sido creadas por la misma persona, son ilusiones auto-creadas. Tal reacción es un intento para perpetuar la existencia separada, la existencia dual, al protegerla de las demandas hechas por la vida. Esto sólo puede proporcionar una pseudo solución a los problemas de la vida, al dar una falsa sensación de seguridad y plenitud. Ni siquiera es un avance hacia la solución real y duradera. Al contrario, es un desvío del verdadero Sendero. Frescas e irresistibles olas de vida van a desalojar al hombre una y otra vez de sus refugios ilusorios, y de esta manera el hombre va volver a invitar sobre sí nuevas formas de sufrimiento, al buscar proteger su existencia separada a través de estos mecanismos de  evasión. 

La Nueva Humanidad no se adherirá a formas externas

Así como una persona puede tratar de aferrarse a su experiencia separada, a su experiencia dual a través de la evasión, también puede tratar de conservarla mediante la identificación sin ningún tipo de críticas con formas, ceremonias y rituales o con tradiciones y convencionalismos. En la mayoría de los casos, las formas, las ceremonias y rituales,  la tradiciones y convencionalismos, son impedimentos para la liberación de la vida infinita. Si fuesen un medio flexible para la expresión de la vida ilimitada, serían una ventaja más que una desventaja para asegurar la realización de la vida divina en la tierra; pero principalmente tienden a procurar prestigio y atribuciones por  derecho propio, independientemente de la vida que pudiesen expresar. Cuando esto sucede, cualquier apego a éstos eventualmente conduce a una drástica limitación y restricción de la vida misma. La Nueva Humanidad será liberada de una vida de limitaciones, concediendo campo libre para la vida creativa del espíritu; y va a romper el apego a formas externas, y aprenderá a subordinarlas a las demandas del espíritu. La vida limitada de ilusiones y falsos valores será entonces reemplazada por una vida ilimitada en la Verdad, y las limitaciones, a través de las cuales vive el ser separado, el ser dual, se marchitarán al ser tocadas por el verdadero entendimiento, por el verdadero conocimiento.

Identificarse con un grupo reducido es una modalidad del ser limitado 

Así como una persona puede tratar de aferrarse a su existencia separativa mediante la evasión o mediante la identificación con formas externas, también puede buscar conservarla identificándose con alguna clase, credo, secta o religión de carácter estrecho, decaracter limitado o con las divisiones derivadas del sexo. Aquí puede parecer que el individuo ha perdido su existencia separada al identificarse con un todo mayor; pero, de hecho, a menudo expresa su existencia separada a través de tal identificación, lo que le permite deleitarse en su sentimiento de estar separado de quienes pertenecen a otra clase, a otra nacionalidad, credo, secta, religión o sexo.

El ser limitado vive a través de los opuestos 

La existencia separada, dual, obtiene su ser y fortaleza al identificarse con un opuesto y contrastarse de esa manera con el otro, con lo otro. La persona puede tratar de proteger su existencia separada al identificarse con una ideología más que con otra, o con su concepción del bien, en contraste con su idea del mal. El resultado de la identificación con grupos estrechos o ideales limitados, no es una fusión real del ser separado, sino sólo un semblante de esta separación. Una fusión real del ser limitado con el océano de vida universal, implica la entrega completa de la existencia separada en todas sus formas.

Esperanza para el futuro


La gran masa de la humanidad está atrapada en las garras de tendencias separativas y asertivas, afirmativas. Para quien se abruma con el espectáculo de estos grilletes sobre la humanidad, no habrá sino desesperación constante en torno al futuro de la misma. Para tener una perspectiva correcta de la presente angustia de la humanidad, se deben revisar más a fondo las realidades existentes. Las posibilidades reales de la Nueva Humanidad se ocultan de quienes solo ven la superficie de la situación mundial, pero existen y sólo necesitan la chispa del conocimiento real, del entendimiento espiritual verdadero para entrar en pleno juego y efecto. Las fuerzas de la lujuria, el odio y la codicia producen sufrimiento y un caos incalculables, pero la única característica redentora de la naturaleza humana, es que aún en medio de  fuerzas disruptivas, egoístas, inevitablemente existe siempre alguna forma de amor. 

El amor debe estar libre de limitaciones 

Incluso las guerras requieren de un funcionamiento cooperativo, pero el alcance de este funcionamiento cooperativo queda restringido artificialmente por la identificación con grupos o ideales limitados. Las guerras a menudo se libran a causa de alguna forma de amor, pero es un amor que no se ha entendido correctamente. Para que el amor pueda florecer, tiene que ser irrestricto e ilimitado. El amor de hecho existe en todas las fases de la vida humana, pero está latente o limitado y envenenado por ambición personal, orgullo racial, lealtades y rivalidades, apego al sexo, nacionalidad, secta, casta o religión. Si ha de haber una resurrección de la humanidad, el corazón del hombre debe abrirse para que un nuevo amor nazca en él; un amor que no conozca corrupción y que esté completamente libre de codicia individual o colectiva. El amor se transmite a sí mismo, el amor se despierta asimismo. El amor se transmite de corazón a corazón. 

El amor es auto-comunicativo

La Nueva Humanidad nacerá a través de una liberación de amor en abundancia inconmensurable, y esta liberación de amor puede provenir del despertar espiritual generado por los Maestros. El amor no puede nacer sólo por determinación.  A través del ejercicio de la voluntad, uno puede, en el mejor de los casos, ser responsable. Con lucha y esfuerzo uno se puede asegurar de que su acción externa se haga conforme al concepto propio de lo que es correcto; pero tal acción es espiritualmente estéril porque carece de la belleza interna del amor espontáneo, del amor natural. El amor tiene que surgir espontáneamente desde el interior; de ninguna manera es permisivo o consciente de alguna   forma de fuerza interna o externa. El amor y la coerción jamás pueden ir juntos, pero mientras que el amor no se le puede imponer a nadie, puede ser despertado mediante el amor mismo. El amor se comunica a sí mismo; el amor transmite amor, el amor se transmite a sí mismo, se despierta a sí mismo, los que no lo tienen se contagian de quienes lo tienen. Quienes reciben amor de otros no pueden ser sus receptores sin dar una respuesta que, en sí, es la naturaleza misma del amor. El verdadero amor es inconquistable es irresistible. Sigue acumulando poder y diseminándose hasta que finalmente transforma a todos aquellos a  los que toca. La humanidad alcanzará un nuevo modo de ser y de vida mediante la libre e irrestricta interacción de amor puro que va de corazón a corazón.

Redención de la humanidad a través del amor divino 

Cuando se reconozca que no hay mayor demanda que lo demandado por la vida divina universal, que sin excepción incluye a todos y todo, el amor no sólo establecerá paz, armonía y felicidad en las esferas sociales, nacionales e internacionales, sino que brillará en su propia pureza y belleza. El amor divino es inexpugnable ante los ataques de la dualidad y es una expresión de la divinidad misma. Mediante el amor divino, la Nueva Humanidad se sintonizará con el plan divino. El amor divino no sólo introducirá dulzura imperecedera y felicidad infinita a la vida personal, sino también hará posible la era de una Nueva Humanidad. Mediante el amor divino, la Nueva Humanidad aprenderá el arte de una vida armónica y cooperativa; se liberará de la tiranía de formas muertas y va a  desencadenar una vida creativa de sabiduría espiritual;  despojándose de todo aquello que es ilusorio y se va establecer en la Verdad;  va disfrutar de paz y felicidad permanente y se  va iniciar en la vida de la Eternidad.