El amor por el Sadguru o Maestro Perfecto es particularmente importante porque invita a contactar al Sadguru. Mediante ese contacto, el peregrino recibe impresiones por parte del Maestro que tienen la potencia especial de poder disolver, deshacer impresiones pasadas, transformando así el temor, el miedo el contenido y tono de su vida completamente. El receptor de estas impresiones puede renunciar totalmente a viejos hábitos de vida, a viejas formas de pensar. Tal contacto cambia y eleva el tono, la vibración de la vida, incluso de la persona más vulgar, más oscura. El ser humano pudo haber tenido una vida muy disipada, muy imprudente, una vida donde no pensó siquiera en otra cosa más que el cumplimiento de sus deseos mundanos. Puede haber estado inmerso en una sed de posesión y poder, teniendo como únicos ideales la adquisición, el almacenamiento de dinero y la diversión. Pero incluso tal persona, que no podría ni siquiera imaginar una vida libre de cadenas mundanas, podría descubrir que los sanskaras que adquiere por su contacto con el Sadguru, son lo suficientemente potentes como para dejar atrás su vieja forma de pensar y de vivir, y abrir para él una visión totalmente nueva con una vida más elevada y más libre. Las impresiones recibidas del Maestro pueden ser igualmente beneficiosas para una persona culta e intelectual, cuya visión no obstante es limitada, persona cuya imaginación en el mejor de los casos, puede apreciar la belleza del arte y de la literatura, y cuyo altruismo no puede trascender los límites de su propia comunidad, su propia cultura o las fronteras de su país. Tal persona, al recibir las impresiones del Maestro, puede ser elevada a modos aún superiores de existencia.
El Sadguru puede elevar al peregrino del nivel ordinario de consciencia intelectual al nivel de consciencia donde hay inspiración e intuición, y después hacia el nivel de entendimiento, de comprensión e iluminación, que culmina en su unión con el Todo, con el Infinito. Este ascenso del peregrino corresponde a su progreso desde la esfera mundana hasta la esfera sutil, de la esfera sutil a la esfera mental, y finalmente de la esfera mental al estado de la libertad. El último paso implica la aniquilación de todos los sanskaras naturales y sanskaras no naturales, sanskaras positivos y negativos. Para usar la analogía del hilo que se enrolla alrededor del eje, el proceso de eliminación de sanskaras consiste directamente en cortar el hilo con unas tijeras. La eliminación de todos los sanskaras, que está implícita en la liberación definitiva de la consciencia de toda ilusión y esclavitud, jamás se puede lograr sin la gracia de un Sadguru.
Pero tal intervención activa por parte del Sadguru presupone una relación irrestricta entre el discípulo y el Maestro, que sólo se puede establecer cuando el discípulo logra la completa entrega, la entrega de sí mismo al Sadguru. Esto implica obedecer todas las órdenes del Maestro. Cuando nuestros deseos y nuestras acciones son guiados por él y son el resultado de la obediencia a sus órdenes, el Maestro se hace directamente responsable de ellos. Por ende, cuando la entrega de sí mismo es completa, la responsabilidad de liberar al discípulo de los sanskaras se transfiere al Maestro, y bajo esta nueva condición, el Maestro aniquila todos los sanskaras en un instante.
La obediencia al Maestro implícita en esta entrega de sí mismo, en esta auto-entrega, es de dos tipos: (1) intelectual y (2) literal. De estos dos tipos de obediencia, la obediencia intelectual viene primero y precede a la obediencia literal, que es más desarrollante. Cuando uno se convence intelectualmente de la grandeza y de la perfección del Maestro, hay amor y respeto hacia él, pero uno es incapaz de seguir sus órdenes literalmente. Al basar su convicción en la razón, el discípulo encuentra difícil divorciar la razón de su propia manera de entender al Maestro y de entender a las órdenes del Maestro. Como ambas están complejamente entrelazadas, su fe razonada lo mantiene dentro de los límites de la obediencia inteligible. El Maestro no interviene en esta fase del discípulo y permite que éste intelectualice todas las formas y todas las indicaciones de obediencia que le ofrece el Maestro para adaptarlas a su capacidad y gusto.
Mediante la obediencia intelectual al Maestro, se pueden aniquilar todos los sanskaras, siempre y cuando la persona sea sincera en la interpretación lógica de sus órdenes y en su ejecución, pero el resultado se da mucho más rápidamente si la obediencia es literal. La obediencia literal es el efecto de la fe inamovible y del profundo amor que el Maestro inspira en el discípulo mediante su atractivo personal. El resplandor desbordante del halo del Maestro y el brillo de su pureza y su compasión, son las principales razones que crean en el discípulo una fe inquebrantable que lo prepara para seguir las órdenes del Maestro implícitamente, sin importar si satisfacen su espíritu crítico, o si no lo hacen. Tal obediencia literal ni siquiera se somete al requisito de que el significado real de las órdenes deba ser comprendido intelectualmente por el discípulo, y es el tipo más alto de obediencia a la que se puede aspirar. Por medio de esta obediencia implícita e incuestionable, se enderezan los nudos enroscados de deseos y de sanskaras. Es también con esta obediencia que se crea un vínculo profundo entre el Maestro y el discípulo, del cual resulta un flujo irrestricto y perenne de sabiduría espiritual y poder hacia el discípulo. En esta etapa el discípulo se convierte en el hijo espiritual del Maestro, y a su debido tiempo es liberado de cualquier lazo individualista y sanskárico, convirtiéndose de esta manera, él mismo en Maestro.
El Sadguru o Maestro Perfecto tiene una posición y poder únicos. Hay muchas almas en el mundo que están más o menos avanzadas en el Sendero espiritual, pero son pocos los que han cruzado todas y cada una de las seis etapas de las esferas internas de consciencia, para volverse uno con la fuente infinita de la existencia, el conocimiento y la dicha. El Sadguru no sólo ha experimentado los diferentes planos de consciencia, sino que en realidad penetra, atraviesa el ser mismo de toda alma, por haberse hecho uno con el Infinito. Él es el eje de la actividad universal. En cierto sentido, a él se deben todos nuestros pensamientos, todas nuestras acciones, alegrías y tristezas, preocupaciones e intereses, fortalezas y debilidades, posesiones y entrega, amor y añoranza. Él no sólo incluye, atraviesa toda la existencia, sino que es conocedor consciente de la ley cósmica de causa y efecto y del accionar complejo de los sanskaras de las almas individuales. Las causas de la felicidad, las causas de la miseria y de los vicios o las virtudes individuales son tan conocidos por el Maestro, como las causas de los cambios y variaciones cósmicas, universales. Todo ser es un libro abierto para la luz infinita de su consciencia omnipresente. Debido a su unión con el Infinito, el Maestro tiene poder infinito, poder ilimitado y en un abrir y cerrar de ojos puede aniquilar todos los sanskaras del alma y liberarla de todo enredo y de toda esclavitud.