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Dios Es Amor Infinito

Dios Es Amor Infinito

Dios Es Amor Infinito

La esencia de Dios es Amor

Quienes tratan de comprender a Dios valiéndose solo del intelecto obtienen un concepto frío y árido que pierde la esencia misma de la naturaleza de Dios. Es verdad que Dios es Conocimiento infinito, Existencia infinita, Poder infinito y Dicha infinita, pero a Dios no se lo puede comprender en su esencia hasta que también se lo comprende como Amor infinito. En el estado del Más Allá, desde el que el universo entero brota y en el cual en última instancia se funde, Dios es eternamente Amor infinito. Solo cuando al amor de Dios se lo contempla dentro del limitado contexto de las formas, que surgen en el período intermedio de la aparición del universo ilusorio de la dualidad, su infinitud parece haber sido afectada.

Las fases del amor en su manifestación

Cuando el amor de Dios se experimenta en y por medio de las formas manifiestas del universo, pasa por las siguientes fases: 1) experimentándose como extremadamente limitado; 2) experimentándose como cada vez menos limitado y cada vez más parecido al amor infinito; y 3) experimentándose como lo que realmente es: infinito en esencia y existencia. La experiencia de la limitación en el amor surge debido a la ignorancia causada por los sanskaras, las impresiones mentales, las cuales son subproductos de la evolución de la consciencia. Y el proceso del amor que se torna infinito se caracteriza por despojarse de esos sanskaras que limitan.

El amor como lujuria

El amor, luego de pasar por las etapas casi inconscientes del reino mineral, se vuelve consciente de sí mismo en el reino animal como lujuria. Su aparición en la consciencia humana también es inicialmente en forma de lujuria. La lujuria es la forma más limitada del amor en la consciencia humana. A pesar de la clara vinculación que la lujuria tiene con las otras personas, no se la puede diferenciar de un egoísmo claro, neto, porque a todos los objetos a los que la lujuria se aferra se los desea desde el punto de vista del ser limitado, dual  y separado. Al mismo tiempo, es una forma de amor porque posee cierto aprecio por los demás, aunque este aprecio es completamente desnaturalizado por una densa ignorancia que no le permite saber  acerca del verdadero Ser.

El amor en la esfera física

Cuando la consciencia humana está completamente atrapada en la dualidad de la esfera física de la existencia, el amor no puede expresarse como otra cosa que como un tipo particular de lujuria. El curry nos puede gustar porque nos hace cosquillas en el paladar. En esto no hay consideraciones más elevadas, por lo que se trata de una forma de lujuria. Es solamente un deseo de sensaciones gustativas. La mente también desea con vehemencia las sensaciones corporales de la vista, el olfato, el oído y el tacto, y nutre su vida egoica densa con las excitaciones obtenidas por estas sensaciones. La lujuria de todo tipo implica involucrarse con las formas físicas, independientemente del espíritu que yace detrás de ellas. Es una expresión de apego a los objetos sensuales.

Puesto que, en todas las formas de lujuria, el corazón sigue desnutrido y sin expresarse, se convierte en un vacío perpetuo y se halla en un estado de sufrimiento e insatisfacción que no tiene límites.

La lujuria es limitación extrema

El amor que se expresa como lujuria neta o en un ciento por ciento lujurioso, se halla en un estado de extrema limitación porque está atrapado sin remedio en deseos vehementes, constantes  e incesantes. Cuando el corazón está en las garras de la lujuria, el espíritu queda, por así decirlo, en un estado de engaño y estupor. La limitadora ignorancia a la que está sujeto el corazón reduce y desnaturaliza gravemente su funcionamiento. Sus potencialidades superiores se ven impedidas de expresarse y realizarse, y este desmedro y supresión de la vida del espíritu implica un estado de esclavitud total.

La lujuria expresa en forma incompleta algo más profundo

La lujuria es la forma más limitada del amor que funciona esclavizado por la ignorancia. El claro sello de insuficiencia que la lujuria invariablemente lleva es una señal de que expresa incompleta e inadecuadamente algo más profundo que es inmenso, vasto e ilimitado. Por medio de los múltiples e interminables sufrimientos que acompañan a esta lujuria espesa, densa y a las continuas experiencias frustrantes que la lujuria produce, el espíritu está registrando su inflexible protesta contra la superficialidad total de una vida incondicionalmente lujuriosa. De esta manera, la irreprimible voz del amor infinito de Dios hace valer sin tregua los imperiosos reclamos de esta realidad no expresada.

Las etapas del amor

Dios tiene la experiencia como amante hasta en la vida más baja y lujuriosa del plano físico, pero se trata del estado del amante que ignora por completo su propia naturaleza real, su naturaleza verdadera, la naturaleza del Amado. Es el estado del amante que se halla inexorablemente separado del Amado por una opaca cortina de dualidad incomprendida. No obstante, es el comienzo de un largo proceso mediante el cual el amante se abre paso a través de la envolvente cortina de la ignorancia y penetra en su propia verdad como Amor ilimitado y sin trabas. Pero a fin de iniciarse en el amor infinito, el amante tiene que pasar por otras dos etapas que caracterizan a las esferas sutil y mental.

El amor en la esfera sutil

El amante no está libre de lujuria en la esfera sutil, pero la lujuria que él experimenta no es espesa como la lujuria que se expresa  en la esfera física. La intensidad de la lujuria en la esfera sutil es cerca de la mitad de la que existe en la esfera física. Además, no hay expresión densa de la lujuria como en la esfera densa o física. El amante se halla enredado inextricablemente con objetos materiales en la esfera física, por lo que la lujuria se manifiesta en forma densa. Sin embargo, el amante que se halla en la esfera sutil se ha liberado del apego a objetos físicos; de ahí que, en este caso, la lujuria no se expresa en forma densa. Esta lujuria tiene expresiones sutiles, pero no expresiones densas. Además, puesto que cerca de la mitad de la lujuria original de la esfera física se sublima en la esfera sutil, el amante no experimenta al amor en la esfera sutil como lujuria densa sino en una forma superior: como anhelo de unirse con el Amado.

El amor como anhelo

Entonces, el amor se expresa en la esfera física como lujuria, y en la esfera sutil como anhelo. La lujuria es deseo vehemente de sensaciones y, como tal, su motivación es completamente egoísta. Hace caso omiso por completo del bienestar del amado. En el anhelo hay menos egoísmo, y aunque sigue siendo posesivo en algún tipo de sentido, al Amado se lo reconoce como teniendo infinito valor e importancia. El anhelo es una forma menos limitada del amor que la lujuria. En el anhelo la cortina de la dualidad se ha vuelto más transparente y menos obstructiva, puesto que el amante ahora busca conscientemente superar la dualidad entre amante y Amado, anhelando la presencia del Amado. En la lujuria se hace hincapié solamente en el yo limitado, y el amado se supedita completamente a las necesidades físicas del yo. En el anhelo se hace hincapié en una distribución equitativa en el yo y en el Amado, y el amante comprende que él existe para el Amado, tal como el Amado existe para él.

El amor en la esfera mental

El amante incluso expresa de manera más elevada y libre el amor en la esfera mental. En este caso, la lujuria está principalmente sublimada, aunque no desapareció por completo. Aproximadamente una cuarta parte de la lujuria original de la esfera física es la que queda, pero en forma latente, sin expresarse para nada. La lujuria ni siquiera se expresa sutilmente en la esfera mental. El amante se desapega de los objetos sutiles en la esfera mental, y está libre de anhelar posesivamente el objeto del amor, que caracteriza al amante en la esfera sutil.

El amor como entrega

El amor se expresa en la esfera mental como completa entrega a la voluntad del Amado. Todo deseo egoísta, incluso anhelar la presencia del Amado, ha desaparecido, pues ahora sólo se hace hincapié en el valor del Amado. El egoísmo es eliminado totalmente, y lo que circula mucho más abundantemente es el amor en su forma pura. Sin embargo, el amor tampoco se tornó infinito en la esfera mental, pues aún se halla presente la delgada cortina de la dualidad, la cual separa al amante del Amado. El amor deja de estar en las garras del egoísmo, pero aún no llega a ser infinito porque se lo experimenta mediante la mente finita, así como en las esferas inferiores se lo experimenta por medio de los cuerpos inferiores.

El amor divino es infinito

El amor se torna conscientemente infinito tanto en esencia como en expresión cuando se trascendió a la mente individual. A este amor se lo llama acertadamente amor divino porque es característico del estado de Dios en el que finalmente se superó toda dualidad. La lujuria desapareció por completo en el amor divino. Ni siquiera existe en forma latente. El amor divino es de esencia y expresión ilimitados porque el alma lo experimenta por medio del Alma misma. En las esferas física, sutil y mental, el amante es consciente de que está separado del Amado, pero una vez que fueron trascendidas todas estas esferas, el amante es consciente de su unidad con el Amado. El amante desaparece en el ser del Amado y sabe que él es Uno con el Amado. El amor divino está enteramente libre de la esclavitud de los deseos o del yo limitador. En este estado de Infinitud, el amante no existe separado del Amado. Él es el Amado Mismo.

El romance divino

De manera que uno tiene a Dios, como Amor infinito, primero limitándose en las formas de la creación, y luego recuperando su infinitud mediante las diferentes etapas de la creación. Todas las etapas en las que a Dios se lo experimenta como amante finito culminan en última instancia en Él, como el único Amado. La travesía del alma es un emocionante romance divino en el que el amante, quien al principio no es consciente de nada, salvo de vacío, frustración y superficialidad, y de las punzantes cadenas de la esclavitud, llega gradualmente a expresar el amor cada vez con mayor plenitud y libertad. Y al final, el amante desaparece y se funde en el Amado divino para concretar la unidad de amante y Amado en el hecho supremo y eterno de Dios como Amor infinito.