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El dhuni

El dhuni

El dhuni

El dhuni de Meherabad se enciende el día 12 de cada mes. Y alrededor del día 12 de cada mes, cuando aquí hay peregrinos, alguien pregunta: “¿Qué es el dhuni? ¿Por qué lo encendemos? ¿Qué significa?”

Bueno, la historia del dhuni se remonta a la Era del Sat Yuga, o la Edad de Oro, hace miles de años. En aquella época, cuando un hombre tenía sesenta años de edad, consideraban que había completado sus obligaciones con el mundo. No era necesario que trabajara para sostener a su familia, y entonces quedaba en libertad para dedicar el resto de su vida a encontrar a Dios.

Esta era una obligación sagrada, y la familia no objetaba que los abandonara para encontrar a Dios; pues en última instancia encontrar a Dios era el deber de todos, y se dice que, aunque un solo miembro de la familia encuentre a Dios, se benefician todos los miembros de esa familia durante siete generaciones.

Entonces, a los sesenta años de edad, el jefe de la familia dejaba su hogar, renunciaba al mundo y partía, internándose habitualmente en la selva o en los bosques para buscar a Dios. ¿Pero qué encontraba el buscador? Descubría que no tenía una casa para resguardarse, ni frazadas para cubrirse, y hacía frío durante la noche. Y los mosquitos lo picaban y lo distraían, y hacían que le fuera difícil concentrarse en Dios. Y había animales salvajes en las selvas, especialmente de noche, de modo que su búsqueda se volvía muy difícil debido a todas estas consideraciones mundanas. Él había dejado el mundo para encontrar a Dios, pero descubría que, debido al mundo, era difícil pensar en Dios.

Entonces estos buscadores encendían una fogata durante la noche. La llama los mantenía calientes y también alejaba a los animales, y el humo espantaba los mosquitos. Y ellos se frotaban el cuerpo con las cenizas de la fogata para protegerse de los elementos, de modo que el fuego era verdaderamente su amigo y compañero en su búsqueda de Dios. Con el paso del tiempo, los fogones que estos buscadores construían cerca de los asientos en los que meditaban se asociaron con la búsqueda de Dios. Si alguien iba a cazar en el bosque y veía los restos de esa fogata, pensaba: “Oh, aquí ha estado una persona santa”, y el lugar era respetado porque la búsqueda de Dios era respetada. Si pasaba por los restos de esa fogata, eso significaba automáticamente que aquella persona se había sentado allí repitiendo el Nombre de Dios, pensando en Dios y meditando sobre Dios, y entonces el fuego y el lugar eran respetados en gran parte de la misma manera que ustedes serían respetuosos si se acercaran a una iglesia o un templo; era un lugar de adoración. 

Ahora bien, la palabra dhuni propiamente dicha podría haber evolucionado de varias maneras diferentes. Podría basarse en la raíz dhoon, que significa repetir en voz alta el Nombre de Dios. O asimismo es posible que se base en la raíz dhyan, que significa “meditación”. Dhyani significa “el que medita”, y dhuni podría haber derivado de dhyani. Sea como fuere, la palabra dhuni llegó a asociarse finalmente con estas fogatas.

Y con el paso del tiempo, cuando se observó de manera menos generalizada la tradición de que todos los hombres, al cumplir los sesenta años de edad, renunciaran al mundo y buscaran a Dios, al dhuni (fogón) empezó a asociárselo específicamente con las fogatas encendidas cerca de los asientos de los seres sagrados, santos, sadhus y Maestros Perfectos. Cuando Meher Baba vino por primera vez a Meherabad en 1922, esos fogones no existían. Pero pocos años después, resultó que los monzones no habían llegado y los campesinos se estaban desesperando. Esta zona ha sufrido siempre por la escasez de agua, y la sequía o una mala temporada de monzones significaba graves penurias y hasta hambruna para los aldeanos que en su mayoría eran campesinos.

Ahora bien, como ustedes saben, aquí tenemos dos temporadas de monzones. La primera, que se suponía que vendría en junio, había sido muy irregular. Ahora, en septiembre estaba terminando la segunda temporada y todavía no habían habido lluvias vivificantes. De modo que los campesinos se desesperaron. Sabían que Meher Baba estaba viviendo en Meherabad y lo consideraban una personalidad santa, y entonces fueron a verlo en procura de sus bendiciones para que lloviera. Llegaron en gran procesión para implorar a Baba por la lluvia.

Baba los recibió muy amablemente pero los instó a que volvieran inmediatamente a sus casas, porque el amor y la fe que ellos le tenían podrían provocar un aguacero que los iba a empapar si no regresaban de prisa a sus hogares. 

Ahora bien, el día era muy luminoso y soleado, sin que hubiera señales de lluvia. Los aldeanos no sabían si tomar en serio o no lo que Baba les decía. Pensaron que tal vez Baba sólo estaba tratando de librarse de ellos, al decirles que se marcharan tan rápidamente. Pero al final los mándalis les rogaron tanto que se convencieron de que se debían ir. 

Una vez que se fueron todos, Baba se volvió hacia sus hombres y les dijo que juntaran leña y cavaran el pozo que ustedes ven hasta el día de hoy al lado del camino, bajo el árbol neem (árbol típico de India). Baba ordenó que encendieran este dhuni, y muy pronto se nubló y empezó a llover. De hecho llovió con tanta intensidad que los aldeanos se empaparon totalmente cuando iban a sus casas. Este no fue un acto de grandeza de Baba sino de su compasión, y el pozo del dhuni ha permanecido como una señal o un símbolo de esto.

El dhuni fue encendido regularmente durante un tiempo, pero en aquellos primeros años Baba viajaba con frecuencia y, durante largos períodos, cuando todos estaban ausentes de Meherabad, evidentemente el dhuni no se encendía. Una vez, al volver de uno de los viajes en el Blue Bus, Baba hizo encender el dhuni. Esto fue el 12 de diciembre de 1941. Entonces Baba nos ordenó que, de ahí en adelante, encendiéramos el dhuni el día 12 de cada mes. Y por eso lo hacemos, porque Baba nos dijo que continuáramos encendiéndolo el día 12 de cada mes. Él nos lo ordenó y nos complace obedecerlo y encender el dhuni el día 12 de cada mes.

Pero ustedes me preguntan: ¿y qué me dices del sándalo y de quemar los sanskaras? Bueno, en 1955, durante un programa de sahavas, Baba pidió allí que cada uno tomara una varita de sándalo y la arrojara al fuego. Se suponía que esa varita de sándalo simbolizaba algún apego nuestro, algún apego que era un obstáculo en nuestro viaje hacia Dios. Cada uno debía arrojar una varita de sándalo en el fuego pensando que ese apego se consumiría. Pero eso no tiene nada de mágico. Ustedes no tienen necesidad de esperar hasta el día 12 para empezar a quemar sus apegos en el divino amor de Baba, pues eso es en última instancia lo que el dhuni simboliza: el fuego del amor divino. El amor lo consume todo, y si alguien es suficientemente valiente como para arrojarse a ese fuego, se consume, se quema su ego falso y lo que queda es el Ser Verdadero, y a esto lo llamamos la Realización de Dios.

El dhuni es solamente un símbolo de esto. ¿Pero eso significa que no es importante ir al dhuni y que toda la ceremonia es simplemente un vano ritual? De ninguna manera. Es un medio para recordar a Baba. Baba nos dijo que encendiéramos el dhuni, y entonces, cuando lo encendemos acatando sus deseos, estamos recordándolo. Cuando tomamos una varita de sándalo y la arrojamos al fuego, no quemará automáticamente uno de nuestros apegos, pero si pensamos en Baba y nos dedicamos sinceramente a ser de él, entonces verdaderamente podemos encender en nosotros mismos un fuego que sea mucho más grande que el que nosotros vemos en el dhuni. 

Todo es un ritual y nada lo es; todo depende de cómo lo encaremos. Si vamos al dhuni y le arrojamos un trozo de sándalo porque alguien les dice que deben hacerlo, o porque quieren librarse de sus apegos sin esforzarse mucho, entonces se convierte en un ritual, en un poco de conjuro mágico y, sin embargo, aun así, si la fe de ustedes en Baba es bastante grande, podrían descubrir que su apego ha disminuido. ¿Pero es importante librarse de los apegos? Lo es si nos liberamos para recordar a nuestro Señor, Meher Baba, el Avatar, con todo nuestro corazón y con toda nuestra alma. Y podemos empezar a recordarlo ahora, donde estamos. Baba dijo que toda la Creación es solamente un recordatorio para que la humanidad se acuerde del Creador. Entonces el dhuni es una oportunidad más para recordar a Baba. 

Es una oportunidad para enfocarnos más concentradamente en Baba. Pero el verdadero dhuni es el corazón humano. Y el verdadero fuego es el del amor a Dios. Y si tuviéramos valor y osadía todos los días y a cada momento, estaríamos intentando arrojar a este fuego nuestros apegos. Estaríamos arrojando no solamente los apegos, sino que nosotros mismos nos estaríamos arrojando a este fuego. Ése sería el verdadero dhuni.

Un granjero de las cercanías de Meherabad vino a ver a Baba; estaba muy inquieto y desesperado. Imploró la ayuda de Baba y le contó su historia. Aparentemente había gastado todo el dinero que tenía cavando en su granja un pozo y no había agua. No tenía un centavo, su granja estaba hipotecada y la situación parecía no tener remedio. Entonces había venido a ver a Baba en procura de Su divina intervención.

Como de costumbre, Baba se expresó como el ser más ignorante. He dicho muchas veces que la ignorancia era el arma que Baba más usaba en su batalla para ganar los corazones de la humanidad. Entonces, fingiendo no saber nada, le preguntó al granjero todos los detalles, hasta dónde había cavado, cuánto había gastado, cómo era el suelo en el que estuvo cavando, etcétera. El granjero le contó toda la historia y le dijo que había venido porque tenía plena fe en Baba, y sabía que Baba sería capaz de ayudarlo a conseguir agua en su pozo.

Baba lo escuchó, el aprieto del hombre pareció conmoverlo, y le dijo: 

–Cava solamente un metro y medio más, y tendrás agua. –Ahora bien, el hombre estaba por volverse loco. Estaba agotado y quebrado, e iba a perderlo todo, pero cuando Baba le dijo que cavara un metro y medio más y que encontraría agua, su esperanza se renovó y regresó a su casa decidido a hacerlo.

Ni bien el granjero se fue, Baba se volvió hacia los mándalis y les dijo:

–¿Ahora por qué le dije eso? Acabo de cometer un grave error. ¿Por qué le dije a ese hombre que conseguiría agua si cavaba un metro y medio más? No sé si encontrará agua. Yo no debería haberle dicho eso. –Y los mándalis trataron de tranquilizar a Baba diciéndole que estaba bien, que él tenía que decirle algo, y que ahora el hombre había renovado su esperanza y continuaría cavando y, después de todo, podría encontrar agua.

–Pero yo no le dije que podría encontrar agua –objetó Baba–. Le dije que la encontraría. No debería haberle dicho eso porque no sé si encontrará agua o no. No sé por qué le dije eso. No debería habérselo dicho.

Durante los días siguientes Baba empezó a preocuparse por lo que le había dicho al granjero. Parecía estar muy contrariado. 

–¿Y qué pasa si no encuentra agua? –les preguntaba a los mándalis–. ¿Qué pasará entonces? 

Los mándalis le contestaban: 

–Entonces estará en la misma situación que ahora. 

Y Baba les decía: 

–Pero yo le dije que la encontraría. Puede poner a toda la aldea en contra de nosotros si no encuentra agua. Y pueden venir aquí y expulsarnos. Tal vez decidan responsabilizarnos de la sequía y que les traemos mala suerte. Quizá tengamos que irnos de aquí. –Y esto prosiguió así. Baba continuó sacando a relucir el tema y los mándalis hacían todo lo posible por tranquilizar a Baba diciéndole que no había nada de qué preocuparse, pero nada de lo que ellos le decían lo convencía. Finalmente los mándalis optaron por eludir a Baba porque sabían que, si estaban cerca de él, lo único que haría sería empezar otra vez a preocuparse por lo que le había dicho al granjero.

El granjero volvió a aparecer unos días después de esto. Lo acompañaba mucha gente que no venía a echar de Meherabad a Baba y a los mándalis. Habían venido con garlands y dulces para expresar su gratitud por la divina intervención de Baba, pues el labriego, ayudado por su familia, había cavado más profundamente su pozo, e incluso antes de que llegaran al metro y medio, se encontraron con el agua y en muy buena cantidad. El hombre se regocijó porque él y su familia estaban ahora salvados.

Baba hizo que el hombre le volviera a contar su historia delante de todos los mándalis y después le reveló al granjero que la fe de éste había hecho que el agua apareciera. Baba les explicó a todos los que habían venido que él no hacía milagros. No era él quien había traído el agua sino la fe que aquel hombre tenía en él. Le había dicho meramente: “Cava un metro y medio más, y encontrarás agua”, pero era la fe de ese hombre en Baba la que había producido el agua. Era la fe de ese hombre la que había operado este milagro. Baba les explicó que el Dios-hecho-Hombre no hace milagros. No tiene necesidad de hacerlos porque ya ha ordenado todo en la Creación con tal precisión que él no necesita interferir en su propia Creación. Dentro de su capricho original, el universo entero había sido trazado minuciosamente. Baba nos decía que él es quien posee un tiempo libre infinito porque no tiene nada más que hacer. De todos modos, el granjero, sus amigos y su familia se regocijaron, reverenciaron a Baba, repartieron los dulces y se fueron cantando alabanzas a Baba. Cuando se marcharon, Baba se volvió hacia los mándalis y se puso a decirles cuán maravillado estaba porque aquel hombre había hallado realmente agua. 

–Fue su fe, y solamente su fe la que produjo el agua –dijo Baba–. Yo no hice nada. No sabía que allí había agua. ¿Se acuerdan de cuán preocupado estaba yo? La fe de ese hombre en mí fue la que produjo el agua, fue su fe la que hizo este milagro. –Y Baba prosiguió elogiando la fe del granjero. 

Cuanto más Baba exaltaba la fe del granjero, más contrariados se sentían los mándalis. Meherabad también tenía problemas con el agua, incluso antes que ellos. Al principio, cuando eran sólo unas pocas personas las que vivían ahí, el agua era suficiente, pero cuando la población creció con las clínicas, escuelas y dharamshalas que se construyeron, la necesidad de agua se agudizó cada vez más. Los mándalis cavaban pozos, pero las perforaciones resultaban estar secas una y otra vez. Entonces importunaban a Baba para que les mostrara dónde deberían cavar para hallar agua, pues ninguno de sus esfuerzos para encontrarla había tenido éxito. Finalmente, un día, cuando caminaban por los campos de Meherabad, Baba señaló un sitio y les dijo: 

–Caven aquí. –Los mándalis recogieron una piedra y la pusieron en ese sitio para marcar el lugar que Baba les había señalado. Pero como todos estaban muy ocupados, no fue hasta uno o dos días después que tuvieron tiempo para empezar a cavar el pozo. Cuando fueron a ese sitio se encontraron con que entretanto alguien había movido la piedra. Sin embargo recordaban a grandes rasgos el área, aunque no el punto exacto, y empezaron a cavar el pozo.

Baba se interesaba mucho en los esfuerzos que ellos hacían y les preguntaba cómo marchaba la cosa. A medida que pasó el tiempo el pozo era cada vez más profundo, pero todavía no encontraban agua alguna. Baba los animaba para que continuaran, y finalmente terminaron cavando mucho más profundo que lo que había cavado el granjero, pero sin dar para nada con el agua. Finalmente Baba les dijo que se olvidaran de eso. Entonces esto fue el antecedente del episodio con el granjero. Y cuanto más elogiaba Baba la fe del labriego, más se fastidiaban y enojaban los mándalis, especialmente Rustom, el hermano de Adi. Rustom estaba a cargo de Meherabad, era el administrador de la propiedad y, como tal estaba a cargo de dirigir cómo se cavaría el pozo. Finalmente los elogios de Baba para con el labriego fueron demasiados como para que Rustom los soportara.

–¿A qué obedece esta injusticia? –le reclamó preguntando a Baba–. ¿Qué te hemos hecho para que no nos des agua, pero se la des a ese granjero?

–Yo no le di agua a ese granjero –replicó Baba–, fue su fe la que le dio el agua. 

–¿Quieres decir que nosotros no tenemos fe en ti? –inquirió Rustom–. ¿De qué nos sirve que vivamos aquí contigo si tenemos tan poca fe? Hemos renunciado a todo para estar contigo. Aguantamos todas las penurias para estar aquí, ¿y ahora nos dices que no tenemos fe en ti? ¿Entonces qué importa que nos quedemos? ¡También podríamos empacar nuestras cosas e irnos!

Baba sonrió: 

–Cuando el granjero vino a verme por el agua, le dije que cavara un metro y medio más. Le dije eso como un hombre que alentaba a otro hombre. Yo no sabía que realmente encontraría agua, pero la fe de él produjo el milagro y la encontró. ¿Pero qué habría sucedido si no hubiera encontrado agua? Se habría destruido su fe. Me habría denunciado ante toda la aldea. Él tenía fe en mí, es verdad, pero solamente por el agua. Cuando encontró agua, su fe se fortaleció, pero si no hubiese encontrado agua su fe se habría destruido. En el caso de ustedes, que son mis mándalis, sé muy bien que, si encuentran agua o no, su convicción sobre mi divinidad es tal que nada la hará flaquear.

“Aquel granjero ha sido bendecido debido a su fe. Pero ustedes son aún más benditos porque no encuentran agua, y sin embargo continúan haciendo su mejor esfuerzo y siguen convencidos de mí. Porque ustedes no han venido a mí por agua.”

Baba continuó: 

–Hay una enorme diferencia entre los que han sido bendecidos con la convicción y los que han sido bendecidos con la fe. Los que han sido bendecidos con la convicción son doblemente bendecidos. La fe puede conducirlos hasta determinado punto, pero la fe flaquea; si las circunstancias están contra ustedes, su fe puede debilitarse e incluso perderse totalmente. Sin embargo la convicción es independiente de las circunstancias. La convicción los hace superar todas las situaciones hasta que ustedes me encuentren como Yo soy. La fe es el fruto de su devoción hacia mí, mientras que la convicción es el regalo de mi gracia hacia ustedes. Aquel hombre vino por el agua, y consiguió agua. Pero ustedes han venido por mí, y me tienen a mí.


Krishna, el mast
Jal Kerawala