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Mahoma - La historia de La Meca

Mahoma - La historia de La Meca

Mahoma

Parte 1

La verdadera jerarquía de Mahoma como Avatar llegaría sin duda a escandalizar a los musulmanes ortodoxos. Meher Baba reveló que Mahoma fue un Avatar aunque Mahoma mismo se empeñara en negar tal condición. Al respecto, uno necesita recordar que, en cada advenimiento, el Avatar comete intencionalmente un gran error. Según Baba, el error de Mahoma consistió en que no reveló que Él era Dios en forma humana.1 A posteriori no causa sorpresa que Mahoma sea un Avatar porque este hombre de humilde origen inspiró una de las principales religiones del mundo, la cual cuenta actualmente con más de mil millones de fieles.

La vida de Mahoma ha sido contada frecuentemente, aunque la primera biografía formal de Mahoma no apareció hasta ciento veinte años después de su muerte.2 En 1981 había dos mil setecientas trece biografías de Mahoma.3 Hay algunos indicios de que Mahoma descendió de Abraham por medio de Ismael, hijo de Abraham.4 La conexión con Abraham no es mera coincidencia porque el Islam parece estar más estrechamente relacionado con el Judaísmo que con el Cristianismo aunque Mahoma expresó profundo respeto y reverencia hacia ambas religiones.5 El Islam y el Judaísmo son monoteístas; ambos hacen hincapié en adorar a Dios en Su forma impersonal; y ambos recalcan restricciones alimentarias, el ayuno, y la observancia de determinadas festividades y rituales. Existen también algunos indicios de que Mahoma estructuró originalmente el Islam como una reorientación del Judaísmo, pero debido a sus conflictos con varias tribus judías, reestructuró al Islam plasmándolo de diferente manera.

La historia de La Meca

Cuando la esposa de Abraham dio a luz a Isaac, Abraham estaba preocupado por el destino de Ismael, el hijo que Abraham había tenido con Agar, la sierva egipcia de Sara. Dios le dijo a Abraham: “Y en cuanto a Ismael, también te he oído: he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación”.6 Ante la insistencia de Sara, Abraham desterró a Agar e Ismael, quienes anduvieron errantes, en camello, durante unos cuarenta días hacia el Sur de Canaán hasta un valle estéril llamado Beca (o Becá).7 En un momento dado de la travesía de ambos, se quedaron sin agua y Agar se desesperó pues el muchacho empezó a llorar. El Génesis nos cuenta esto: “Y Dios oyó la voz del muchacho, y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: “¿Qué tienes, Agar? No temas: porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está. Levántate, alza al muchacho, y sostenlo con tu mano, porque yo haré de él una gran nación. Entonces Dios le abrió los ojos, y vio una fuente de agua, y llenó la botella con agua, y le dio de beber al muchacho”.8

Al pozo se lo llamó Zamzam (o el Zamzam Bueno). En el valle de Becá, llamado posteriormente La Meca, se detenían las caravanas porque el agua era excelente.Abraham visitó a su hijo Ismael cerca del pozo Zamzam y Dios le mostró el lugar exacto en el que Abraham e Ismael tendrían que construir un santuario y les indicó cómo debían hacerlo.10 El nombre del santuario –Kaaba– significa “cubo”, y sus cuatro esquinas son los cuatro puntos cardinales.11 El objeto más sagrado de La Kaaba es una piedra negra, que un ángel le trajo a Abraham desde una colina cercana, donde había sido conservada desde que había llegado a la Tierra. Abraham erigió la piedra negra en la esquina este de La Kaaba, y cuando se completó el santuario, Dios le habló a Abraham y le indicó que instituyera el rito de la Peregrinación a La Meca (o Beca como se la llamaba en ese entonces): “Purificad Mi Casa para aquellos que la visitan, completan la vuelta, se paran, se inclinan y se prosternan [en rezo]. Y proclamad a la humanidad la Peregrinación. Ellos llegarán a pie o en camellos agotados; acudirán desde los lugares más remotos”.12 Después Abraham oró: “Señor Nuestro, he aquí que he establecido una parte de mi progenie en un valle incultivable, cerca de Tu Casa Sagrada, a fin de que, Señor nuestro, cumplan con la debida adoración, y haz que los corazones de algunos hombres se inclinen en añoranza, y provéeles frutos con el fin de que sean agradecidos”.13 

Aunque La Meca y La Kaaba siguieron siendo lugares de peregrinación, con el paso de los siglos La Kaaba se llenó de ídolos y el pozo Zamzam se había secado o lo habían tapado.14 La luz espiritual y la bendición que Dios le otorgó a La Kaaba se habían extinguido. Una vez más fue Dios Mismo quien tuvo que venir a encender la lámpara de la espiritualidad.

La niñez y la juventud de Mahoma

Mahoma nació en La Meca en el año 570 de nuestra era.15 Sus padres pertenecían a la tribu Quraysh, quienes vivían en La Meca y en parte vivían del comercio con peregrinos que acudían a La Kaaba. Su padre murió antes de que Mahoma naciera. Como se acostumbraba en aquellos tiempos, fue amamantado en el campo por una nodriza y después regresó a la casa de su madre en La Meca. Poco tiempo después su madre murió y entonces fue criado por su abuelo. El abuelo de Mahoma murió aproximadamente dos años más tarde, y entonces fue criado por su tío.

Poco se sabe de la juventud de Mahoma, pero se lo consideró honrado y digno de confianza. Atrajo la atención de una comerciante llamada Khadija, quien le pidió que se hiciera cargo de una caravana comercial y quedó muy satisfecha con el trabajo de él. Aunque Mahoma tenía 25 años de edad y Khadija 40, ella le propuso casarse. A pesar de la diferencia de edades, el matrimonio fue exitoso en todo sentido, salvo el hecho de que sus hijos murieron jóvenes y ninguno llegó a los cuarenta años de edad.

Aunque el Islam prohíbe rigurosamente dibujar un retrato de Mahoma o representarlo en películas, se han preservado las descripciones físicas.16 Era un hombre de mediana estatura y de cabello y barba negros y tupidos. Casi todas las historias iniciales lo describen como de ojos negros, nariz aquilina, y boca ancha y bien formada. Había una luz en su cara y en sus ojos antes de que asumiera su rol de Rasul (Profeta).

Empiezan las Revelaciones

Cuando Mahoma tenía 40 años de edad deseó vivamente pasar el tiempo en soledad, en el campo, en los alrededores de La Meca. Fue entonces cuando experimentó la primera de las revelaciones que recibió de tiempo en tiempo durante el resto de su vida. En una visión que tuvo se le informó que él era el Mensajero de Dios, y se le ordenó que “recitara” o “leyera”. Mahoma dudó de su sano juicio y de la autenticidad de la visión, pero su esposa y otras personas lo tranquilizaron diciéndole que sus experiencias eran válidas. También recibió una visita del Arcángel Gabriel, quien fue portador de casi todas las revelaciones durante la vida de Mahoma. Gabriel enseñó a Mahoma cómo purificarse antes de orar, y cómo orar. El ritual de purificación y la oración se convirtieron en dos de los pilares del Islam.

Según Baba, las “revelaciones” de Mahoma y sus consecutivos diálogos con el Arcángel Gabriel eran “una actuación”. El conocimiento de Mahoma era infinito en su carácter de Avatar. Sin embargo, con el propósito de enseñar, él hacía de cuenta que recibía revelaciones o mensajes de Gabriel. Las tribus árabes con las que tenía contacto nunca habrían aceptado que él era Dios en forma humana, y el Islam nunca habría prosperado después de que él abandonara su cuerpo. Baba explicó así los diálogos de Mahoma con Gabriel:

A veces los maestros se atenían a disciplinas externas que incluían plegarias y fijaban un ejemplo de humildad y buena disposición para aprender de otros. De modo que Mahoma representó el papel de ser instruido por Gabriel. Y así consiguió dos cosas. Primeramente, él dio al mundo un ejemplo de predisposición para aprender de otros; y en segundo lugar, él despertó al maestro en Gabriel.17

El Islam en su inicio

Los primeros conversos de Mahoma fueron su esposa Khadija, el hijo de su tío, Alí, un liberto llamado Zaid, que luego fue adoptado por Mahoma, y un hombre llamado Abu Bakr, quien llegó a ser la “mano derecha” de Mahoma en el Islam. Abu Bakr fue el principal discípulo en el primer círculo de discípulos de Mahoma, desempeñando el mismo papel que Pedro en el advenimiento de Jesús.18 Aunque el grupo inicial de seguidores proporcionó una base de apoyo a Mahoma, la nueva religión no conquistó rápidamente a La Meca. En el comienzo de su misión, la comunidad Quraysh toleró a Mahoma porque lo consideró inofensivo o como alguien un poco desequilibrado. Sin embargo, la inofensividad inicial de Mahoma pronto cambió.

El Avatar siempre desafía al status quo y trabaja para despertar a la humanidad de sus falsas ilusiones sobre el significado de la vida. Inevitablemente choca con la ortodoxia religiosa de su época y especialmente con la comunidad en la que nació. Mahoma no fue una excepción. Predicó apasionadamente el monoteísmo y, al hacerlo, insultó a la idolatría de la comunidad Quraysh. Y agravó el insulto declarando que los antepasados de los Quraysh estaban en el infierno debido a su idolatría.19 Él deliberadamente presionó a los Quraysh más allá del límite, para generar oposición.

La comunidad Quraysh reaccionó de varias maneras. Intentó persuadir al tío de Mahoma para que éste modificara su proceder, y después trató de sobornar a Mahoma prometiéndole riqueza y privilegios. Cuando estas propuestas fracasaron, la comunidad Quraysh recurrió a perseguir a los nuevos conversos y a atacar a Mahoma en persona. Agredió a los nuevos conversos, y los boicoteó, los puso en cuarentena y los encarceló. Los nuevos musulmanes, sin sostén familiar en La Meca, quedaron muy vulnerables y fueron tratados como parias. Los Quraysh amenazaron de muerte a Mahoma y le pusieron trampas en su camino.

Mahoma se apiadó de los musulmanes perseguidos y los instó a huir a Abisinia. Al final, aproximadamente ochenta musulmanes escaparon en pequeños grupos hacia Abisinia. Esta emigración indignó a la comunidad Quraysh, la cual también temió que los nuevos conversos se asentaran en un número aún mayor en un país extranjero. Los Quraysh enviaron una delegación para que viera al Negus, jefe político de Abisinia, quien además era cristiano, y le suplicaron que repatriara a los musulmanes. Sin embargo, el Negus entendió que los musulmanes eran sinceros en su fe y que la nueva religión era respetuosa del Cristianismo, y por consiguiente el Negus se negó a devolver a los musulmanes a la comunidad Quraysh.

Khadija murió en el año 619 de nuestra era. Como fiel esposa de Mahoma y luego como fiel discípula, ella ocupa una posición de gran respeto en el Islam. Poco después de eso también murió el tío de Mahoma, quien aunque no se convirtió al Islam, defendió decididamente a Mahoma contra la comunidad Quraysh.

Mahoma se volvió a casar poco después de morir Khadija. De hecho, se casó varias veces más a lo largo de su vida. De los últimos cuatro Avatares, dos no se casaron y uno (Buda) renunció a vivir en familia después de casarse y ser padre de un hijo. Los Avatares de los que se habla en este libro y que vivieron antes de Buda se casaron. Evidentemente los Avatares no están sujetos a una norma de vida ni existe una disposición sobre el matrimonio. En una charla que Meher Baba dio en la década del treinta habló sobre el matrimonio y los Avatares:

Cada Avatar adopta un particular aspecto de su época. Adapta y encarna su modo de trabajar de acuerdo con las actitudes que más predominan en la gente.

Las flaquezas más destacadas que caracterizaron la actitud de la gente en la época de Jesús fueron la ostentación, la crueldad y la soberbia; y para abolir eso y fijar un ejemplo basó su labor o modo de vivir en la sencillez, la humildad y el sufrimiento. Y entonces no tuvo necesidad de casarse.

En la época de Mahoma predominaba la lujuria en la mentalidad de los varones, en tal medida que casi todos los hombres solían tener relaciones carnales con centenares de mujeres. Señalando esta cuestión, Mahoma legitimó que cada seguidor suyo tuviera solamente determinada cantidad de esposas, y él mismo se casó con siete. Si, a semejanza de Jesús, él no se hubiera casado, entonces habría sido esencial reglamentar que sus seguidores permanecieran solteros; sin embargo, en ese caso nadie lo habría seguido. Habría sido más que inútil deshacer lo de las numerosas esposas y por eso redujo a siete la cantidad de éstas.

La gente estaba demasiado saturada de materialismo en la era de Buda y, por lo tanto, al recalcar que Maya y la nada son lo mismo, fijó un ejemplo de verdadero renunciamiento, y abandonó a su esposa y a sus hijos. Fundó su sistema en  renunciamiento y sanyas (desapego).20
1. Doctor H.P. Bharucha, “Guruprasad Glimpses, 1963”, The Awakener, editado por Filis Frederick, Tomo IX, Nº 3 (1963), 23. El doctor Bharucha narraba una plática de Meher Baba.

2. Sir John Glubb, The Life and Times of Muhammad (Chelsea, Michigan, E.U.A.: Scarborough House, 1991), 17 (de aquí en adelante “The Life and Times of Muhammad”).

3. C. L. Geddes, Guide to Reference Books for Islamic Studies (Denver: American Institute for Islamic Studies, 1985), 102.

4. Muhammad,
347. Para una cita completa de la excelente biografía de Mahoma, de Martin Lings, ver el capítulo “El Avatar”, nota 52.

5. Según la tradición islámica, Mahoma es Shiloh, a quien se le había transferido la autoridad espiritual de acuerdo con la profecía de Jacob en Génesis 49: 1, 10. Muhammad, 34, nota 1.

6. Génesis 17:20.

7. Muhammad
, 2.

8. Génesis 21: 17-19.

9. Muhammad
, 2-3.

10. Muhammad
, 3.

11. Ibidem.

12. El Corán, traducción de Marmaduke Pickthall (Nueva York: Alfred A. Knopf, 1992), XXII, 26-27. Todas las referencias al Corán son de esta traducción).

13. El Corán, XIV, 37.

14. Muhammad
, 4-5.

15. Este resumen biográfico deriva principalmente de una combinación de textos de los libros de Lings y Glubb antes citados. Se incluyen notas individuales en cada punto que es único o controversial. 

16. Esta descripción aparece en Muhammad, 35.

17. Meher Baba, Beams from Meher Baba on the Spiritual Panorama (Sufism Reoriented, San Francisco, California, E.U.A, 1958), 73-74 (de aquí en adelante “Beams”).

18. Lord Meher
, nota final 4613.

19. Life and Times of Muhammad
, 105.

20. Grabado por Ruano Bogislav y publicado en The Awakener, editado por Filis Frederick, Tomo XVI, Nº 2 (1976), 55.