<>
Índice

El remanso del amor

El remanso del amor

El remanso del amor

Es verdad que podemos ser conscientes de nuestras debilidades y decir que no nos es posible amar a Meher Baba, pero no debemos ser insolentes al respecto. Debemos recordar que Baba dice: “Te amo y eso basta. Si no puedes amarme, no te preocupes, recuerda que yo te amo. Yo estoy aquí para amarte”.

De vez en cuando Baba nos describía lo que era el amor verdadero. Y a veces, después de explicarnos qué era el amor, Baba nos preguntaba; “¿Ustedes me aman?”. Bueno, después de oír hablar sobre los santos, los masts y los que poseían verdadero amor, ¿qué podíamos decirle? Algunos de nosotros le podrían decir: “Lo intento, Baba”, o “Me gustaría amarte, Baba”, o simplemente “No lo sé, Baba”. Baba podría preguntarme: “¿Tú me amas?”, y yo le diría: “No lo sé, Baba”. Y Baba me miraría con tristeza y diría con gestos: “Bueno, ¿por lo menos podrás decirme ‘Yo te amo’?”. Entonces yo diría “Baba, te amo”. Y Baba diría con gestos “Dame un beso”. Entonces me acercaría a él y lo besaría suavemente en la mejilla, y él me diría con gestos: “No, así no, como si tú me amaras. Dame un beso como si tú me amaras”. Y yo le daría otro beso a Baba.

Pero yo pensaba durante todo este tiempo: “¿Qué le ocurre a este anciano? ¿Está tan desesperado para que lo amen que tiene que hacernos decir que lo amamos?”. Vean, en esa época yo no entendía lo que Baba estaba haciendo. ¿Por qué nace el Dios-hecho-Hombre? Él viene para amar a Su Creación y para recibir el amor de Su Creación. Todo el universo fue creado para que el amor pueda expresarse libremente. Baba quiere que lo amemos, amando a Dios encontramos nuestro lugar en la Creación y experimentamos plenamente el encanto del juego del amor que el Dios-hecho-Hombre ha creado. Baba quiere que lo amemos, pero, por nuestra cuenta, no somos capaces de amar a Dios. Entonces Baba nos dice: “Di que me amas”, sabiendo que si simplemente lo decimos, obedeciendo a su deseo, ya sea que lo sintamos o no, lo que nosotros digamos obedeciéndolo, ayudará a que eso se haga realidad.

Una vez alguien me dijo: 

–¿Eruch, no nos estamos engañando cuando nos prosternamos ante la silla de Baba y hacemos de cuenta que él está aquí?

Y yo le dije: 

–Sí. Pero éste es un engaño significativo. Porque un día este engaño nos hará ver que en realidad nos estamos engañando cuando decimos que Baba no está aquí. Un día nosotros mismos experimentaremos la Verdad de que Baba está siempre aquí, que en realidad aquí no hay nada de nada con excepción de Baba, y entonces veremos que nos estábamos engañando al decir que Baba no estaba aquí.

Esto me recuerda un hecho ocurrido durante la visita de Baba a Estados Unidos en 1952. Baba estaba en Myrtle Beach y una de las personas que fueron a verlo era una mujer que lo había conocido en 1935 en Estados Unidos. Ella se sentía muy mal porque su manera de vivir le hubiera desagradado a Baba haciéndolo sufrir. Baba le aseguró que él la amaba y que no se preocupara por nada más. Pero al día siguiente, cuando ella vio a Baba, una vez más se mostró disgustada por sus debilidades que habían hecho sufrir a Baba. 

–No te preocupes por tus debilidades. Al final desaparecerán; un día el amor las consumirá aunque persistan. Todo desaparece en el Océano del Amor. A causa de mi amor por ti, tú tienes dentro tuyo un remanso de amor. Cuando te sientas desdichada y caigas en tus debilidades, báñate en este remanso de amor. Refréscate en este remanso de mi amor dentro tuyo. Está siempre ahí. Aunque todos los días laves tus debilidades en este remanso, éste seguirá siendo transparente. No te preocupes. Baba te ama, eso es lo que realmente importa.

Baba nos consolaba: 

–Ustedes tropiezan y vacilan, pero si no se caen, ¿cómo podré ejercer mi compasión infinita? Recuérdenlo, cuando tropiezan, mi mano se tiende para levantarlos. –Todo lo que importa es recordar a Baba. No insistan ni cavilen sobre sus debilidades, flaquezas y fracasos; eso no los llevará a ningún lado. Lo que cuenta en el sendero del amor es empezar a recordar a Baba cada vez más y más.


Plegarias