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Belleza y fealdad

Belleza y fealdad

Belleza y fealdad

Meher Baba enumeró, en el libro Escucha humanidad, los diferentes tipos de muerte. Posteriormente dijo que había un tipo más de muerte, que no había sido incluido en Escucha Humanidad: lo llamó “muerte circunstancial”. Hay un solo caso de muerte circunstancial entre los Maestros Perfectos, y es el de Dnyaneshwar.

Dnyaneshwar era muy bello físicamente. Su personalidad era también dinámica y cautivante. Su presencia era tal que todos acudían a él en tropel. Y no podía persuadirlos para que lo abandonaran, aunque Dnyaneshar se esmeraba en decirles que quienes tenían una conexión o un vínculo con otros Maestros, fueran a verlos y no se quedaran con él. Como Baba nos explicó, lo más importante en la espiritualidad es el vínculo que uno tiene con el Maestro. Ustedes pueden acudir a cualquier Maestro y, por supuesto, se beneficiarán con ese contacto, pero si no están conectados con ese Maestro, al final tendrán que acudir a aquel con el cual ustedes tienen ciertamente un vínculo. Esto asegura un mayor avance en el sendero espiritual.

De modo que Dnyaneshswar disuadía a las personas de que se quedaran con él cuando esto era una barrera para el avance espiritual de ellas. Pero su belleza, su lenguaje y la expresión de su personalidad eran tales que la gente insistía en quedarse con él. Finalmente pidió que lo encerraran vivo en una pequeña cripta para que su personalidad dejara de ser un obstáculo en el desarrollo espiritual de algunas personas. Este es el caso de muerte circunstancial entre los Maestros Perfectos.

Dicen que, muchos años después, cierta persona soñó persistentemente con Dnyaneshwar que le decía que abriera la cripta. El sueño o la visión siguió ocurriendo y entonces eventualmente los ancianos de la ciudad decidieron abrir la cripta. Dnyaneshwar aún estaba vivo adentro, pero la raíz de un árbol cercano se había entrelazado alrededor de su cuello y estaba asfixiándolo. La cortaron. Cuentan también que Dnyaneshwar dijo que no abrieran la cripta otra vez. 

Pero entonces podríamos preguntar: ¿todos los Maestros Perfectos no tienen personalidades atractivas? ¿Por qué uno tiene que ser más atractivo que otro? Por la historia de Dnyaneshwar, parece que algunos son más atractivos.

La respuesta es que nuestros ojos densos ven la superficie pero no lo que está dentro. Entonces algunas personalidades son más atractivas que otras, aunque todas son Una en la consciencia. Esto me hace acordar una historia, presten atención, la historia de un santo, no de un Maestro Perfecto.

Había una vez un santo muy famoso. Nadie sabía que él era realmente un santo porque guardaba un silencio total sobre su propia persona. También era una de las personas más feas que vivían sobre la Tierra, y su fealdad era tan espantosa que la gente solía burlarse de él. Era muy íntimo y muy querido por el Señor, pero en esta época debió haber sido el hombre más feo del mundo. Los niños lo fastidiaban, los ancianos bromeaban a costa suya, y todos lo trataban como un objeto de risa y ridículo, pero él nunca se desquitaba, simplemente sonreía y se mantenía alejado de ellos.

Ahora bien, sucedió que decidió visitar un pueblo a poca distancia de donde él vivía. Para hacerlo tuvo que subir a un ferry y viajar unas horas a través de un río muy ancho. El ferry estaba lleno de pasajeros que, en su mayoría, conocían el santo. Inmediatamente los jovencitos empezaron a burlarse de él y tomarlo para la chacota. Los padres de aquéllos y los pasajeros más viejos disfrutaron totalmente el espectáculo, y esto siguió sin parar.

Finalmente la paciencia del Señor Mismo se agotó y le dijo a su devoto: “¿Por qué permites que estas personas te hagan estas cosas? No puedo tolerar más que se comporten así contigo. ¡Hundiré el barco con todos a bordo!”. Estas fueron las palabras que el santo escuchó pero dentro de sí, pues no las oyó nadie más. Sin embargo, lo que la gente oyó fue al santo que hablaba consigo mismo respondiendo al Señor: 

–¡Oh, Señor mío! Si me amas tanto, ahógalos en el Océano de Tu Amor. Si hundes el barco, yo seré la causa del desastre. Si me amas, por favor no hagas eso. Ahógalos en Tu Océano, hazles ver Tu Divinidad y Tu Belleza; eso sería ahogarlos de verdad.

De inmediato se transformaron totalmente los corazones de todas las personas: la fealdad del santo desapareció y todos conocieron su belleza interior.

Esto me hace acordar de otra historia sobre un santo que era feísimo. Tenía el cuerpo cubierto de nódulos y tumores carnosos, y su aspecto era tan grotesco que a la gente le resultaba insoportable verlo. Sin embargo, a diferencia del santo de la historia anterior, éste era muy compasivo, y acostumbraba a usar sus poderes para curar a los que lo rodeaban. Aunque las personas no podían soportar el hecho de mirarlo, lo amaban porque había curado de sus males a muchísimos de ellos.

Pasaron los años y, a pesar de su fealdad, las muchedumbres empezaron a reunirse alrededor del santo en todos los lugares en los que él estaba, suplicándole que los curara o sanara. El santo iba a ver a una persona tras otra, y las sanaba a medida que acudía a ellas. Esto continuó durante años y años, y un día alguien le gritó: 

–Has sanado a muchísimos de nosotros, ¿por qué no usas tu talento y te curas de tu enfermedad?

–¡Cállate! –le ordenó el santo, y la gente se sobresaltó porque nunca lo habían visto enojado, y continuó–: ¿No te das cuenta de que estos tumores son los peldaños de la escalera con la que yo llego a lo alto?

Y después está la historia del Rajá Gopichand, quien no era feo. En realidad era sumamente apuesto. Era tan apuesto que dicen que dieciséis mil mujeres se enamoraron de él.

 Un día su madre estaba parada detrás de él y contemplaba su extraordinaria belleza física. De pronto ella se dio cuenta de que el cuerpo físico de él era efímero y que su belleza desaparecía al llegar la vejez. Ella lloró al comprender esto, y las lágrimas cayeron sobre la espalda desnuda de su hijo. Al sentirlas, el Rajá se dio vuelta y le preguntó cuál era la razón de sus lágrimas a pesar de todo el esmero con que él se encargaba de que ella tuviera todas las comodidades que el palacio pudiera proporcionarle. Ella le contó lo que había comprendido, y su visión fue tan poderosa que inmediatamente él se deshizo de todo, se convirtió en un sanyasi (quien renuncia al mundo) y consagró su vida a la búsqueda de la Belleza Eterna. 


Pir Fazl Shah
Ayaz