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Los Aspectos Más Profundos del Sadhana

Los Aspectos Más Profundos del Sadhana

Los Aspectos Más Profundos del Sadhana

La transición hacia los aspectos más profundos del sadhana

El sadhana espiritual (práctica, el esfuerzo, empeño dirigido hacia la meta) consiste para la mayoría de las personas en la observancia externa de rituales y ceremonias prescriptas por su propia religión. En las primeras etapas esta obediencia, acatamiento, cumplimiento de una religión en particular posee indudable valor, pues se trata de un factor que ayuda a la purificación de uno mismo y también a disciplinar la mente. Sin embargo, en última instancia, el aspirante tiene que trascender la fase de adecuación externa, del trabajo externo de la personalidad, para adecuarse e iniciarse en los aspectos más profundos del sadhana espiritual. Cuando esto sucede, el aspecto externo de la religión pasa a segundo plano, y el sadak, el aspirante, se interesa por los principios esenciales revelados en todas las grandes religiones. El verdadero sadhana consiste en una vida basada en la comprensión real de la espiritualidad, la cual sobreviene cuando la persona ansía verdaderamente, anhela con muchísima fuerza las realidades espirituales.

Los diversos sadhanas

Nunca hay que considerar al sadhana como si consistiera en la aplicación de leyes rígidas, de leyes mecánicas. Así como en la vida no puede haber ni se necesita una uniformidad estricta y absoluta, de igual manera en la vida espiritual hay un amplio espacio para diversos tipos de sadhanas. El sadhana útil, el sadhana funcional  para un aspirante en particular tiene que relacionarse principalmente con sus sanskaras, con su temperamento, con su forma de ser, de modo que, aunque la meta espiritual es la misma para todos, el sadhana de un aspirante al conocimiento determinado puede ser personal, muy peculiar para él. Sin embargo, puesto que la meta es la misma para todos, las diferencias respecto al sadhana no son de vital importancia; en cambio, los aspectos más profundos del sadhana sí tienen importancia para todos los aspirantes a pesar de sus diferencias.

El sadhana en el plano espiritual y en el plano material

El sadhana del campo espiritual tiene que ser esencialmente diferente del sadhana del campo material porque la finalidad es intrínsecamente diferente. El fin que se busca en el campo material es un producto con principio y fin en el tiempo. El fin buscado en el campo espiritual es una completud que trasciende las limitaciones del tiempo. Por lo tanto, el sadhana se dirige, en el campo material, hacia la realización de algo que aún ha de ser, pero en la vida espiritual se dirige hacia la realización de lo que siempre ha sido, siempre será y ahora ES.

La meta del sadhana espiritual

La meta espiritual de la vida no  debe buscarse fuera de la vida sino en la vida misma, de manera que el sadhana del plano espiritual ha de ser tal que acerque nuestra vida al ideal espiritual. El sadhana del plano espiritual no apunta a un logro que nos lleve a un objetivo limitado que probablemente un día se logre y luego desaparezca para siempre sin pena ni gloria. Al contrario apunta a producir un cambio radical en la calidad de vida para que nuestra vida sea expresión permanente de la Verdad en el eterno Ahora. El sadhana es espiritualmente desarrollante, evolutivo, fructífero si logra armonizar la vida del individuo con el propósito de la divinidad, el cual ha de permitir que todos disfruten conscientemente la felicidad del estado Divino. El sadhana tiene que adecuarse por completo a este fin.

El sadhana perfecto se funde en la meta

Cada parte del sadhana debe apuntar, en el plano espiritual, hacia la realización de la meta espiritual consistente en divinizar, esiritualizar todas las fases de la vida. Por lo tanto, los diferentes aspectos del sadhana espiritual representan, desde un punto de vista, diferentes graduaciones de la Perfección espiritual. El sadhana es perfecto en la medida en que expresa el ideal espiritual, o sea, en qué grado se asemeja a la vida perfecta. De manera que cuanto mayor sea la disparidad que exista entre el sadhana y el ideal al cual aspira, menor será la perfección del sadhana; y mientras menor sea la disparidad entre el sadhana y el ideal que se tiene como meta, tanto más perfecto será. Cuando el sadhana es perfecto o completo, se funde en la meta –en una vida espiritualmente perfecta– de modo que la división entre los medios y el fin desaparece en una integridad inviolable del ser indivisible.

El sadhana como participación parcial en la meta

La relación entre el sadhana espiritual y el fin que se busca puede cotejarse con la relación existente entre ellos en el plano de la materia campo material. En el campo material, el fin suele caer más o menos fuera del sadhana con el cual se obtiene este fin y existe una clara disparidad de naturaleza entre el sadhana y el fin que con éste se logra. De manera que, apretar el gatillo de un arma de fuego puede llegar a ser un medio para matar a una persona, pero matar a alguien es esencialmente diferente de apretar el gatillo. Sin embargo, en el plano espiritual, el sadhana y el fin buscado por medio de este no pueden tener una completa desconexión, y no poseen una naturaleza claramente diferente, dispar entre ellos. En el plano espiritual no es posible mantener un abismo infranqueable entre el sadhana y el fin buscado por medio del sadhana. Esto origina esta paradoja que es fundamental en la vida espiritual: la práctica de un sadhana equivale a una participación parcial en la meta. De ahí que resulte comprensible, por qué muchos sadhanas espirituales han de considerarse seriamente como si fueran en sí la meta misma. Como si el sadhana en sí mismo fuera la meta.

Los sadhanas del conocimiento, de la acción y del amor

El sadhana espiritual consiste, en sus aspectos más profundos, en practicar: 1) el sendero del conocimiento (dnyan), 2) el sendero de la acción (karma), y 3) el sendero del amor o devoción (bhakti). El sadhana del conocimiento se expresa ejercitando el desapego nacido del verdadero conocimiento, de las diferentes formas de meditación y del uso constante del discernimiento y la intuición. Cada una de estas modalidades con las que se busca o expresa el conocimiento espiritual requiere comentarios y explicaciones.

El desapego

El alma individual, enredada en el mundo de las formas, no se conoce a sí misma como una con el ser de Dios. Esta ignorancia constituye la esclavitud del alma, y el sadhana espiritual debe tener por objeto obtener la liberación respecto de esta esclavitud. Por lo tanto, la renuncia externa a las cosas de este mundo se cuenta a menudo entre los sadhanas que conducen hacia la Liberación. Esta renuncia externa no es absolutamente necesaria, pero tiene  su valor. Lo que se necesita es renunciar interiormente a anhelar las cosas de este mundo. Cuando renunciamos a estos deseos, poco importa si el alma renunció o no externamente a las cosas de este mundo porque interiormente se libró del mundo ilusorio de las formas y se preparó para el estado de Mukti. El desapego es una parte importante del sadhana del conocimiento.

La meditación 

La meditación es otro medio con el que se busca el conocimiento espiritual. No hay que considerar a la meditación como un interés extraño, como un interés peculiar de quienes viven en cuevas. Cada persona siempre se encuentra meditando sobre una cosa u otra. La diferencia entre esta meditación natural y la de un aspirante consiste en que este último piensa de manera sistemática y organizada en cosas que tienen importancia espiritual. La meditación, como sadhana, puede ser personal o impersonal.

La meditación es personal cuando se enfoca en quien es espiritualmente perfecto. Un objeto adecuado para la meditación personal puede tomarse (de acuerdo con la inclinación del aspirante, las características del aspirante) del Avatar o de los Maestros Perfectos vivos o los Maestros del pasado. Mediante esta meditación personal, el sadak se embebe de todas las cualidades divinas y del conocimiento espiritual del Maestro. Puesto que esta meditación implica amor y entrega personal, induce la gracia del Maestro, la única que puede brindar la Realización final. De modo que el sadhana de la meditación personal hace no sólo que el aspirante se vuelva similar al Maestro sobre el cual medita, sino que también le prepara el camino para que se una en la Verdad con el Maestro.

La meditación impersonal atañe al aspecto sin forma e infinito de Dios. Esto puede conducir a la persona hacia la realización del aspecto impersonal de Dios, pero en su totalidad esta meditación es estéril a menos que el aspirante se haya preparado debidamente a través de la meditación personal y una vida virtuosa. En la realización final de la Infinitud, no hay limitación de la personalidad ni distinciones entre los opuestos de bien y mal. A fin de lograr la Realización hemos de pasar de lo personal a lo impersonal, y del bien a Dios, quien se halla más allá de los opuestos del bien y del mal. Otra condición para llegar a la Verdad mediante la meditación impersonal es que el aspirante ha de ser capaz de aquietar su mente de manera absoluta. Esto es posible solo cuando los diversos sanskaras (impresiones) desaparecieron de la mente. Puesto que la eliminación final de los sanskaras solamente es posible mediante la gracia del Maestro, éste, el Maestro  es indispensable para tener éxito incluso en el sendero de la meditación impersonal.

El uso del discernimiento y de la intuición

El sadhana de la sabiduría o dnyan, quedaría incompleto si el sadak no sabe aplicar constantemente la discriminacion y si no despliega sus intuiciones más profundas. Porque la realización de Dios está al alcance del que sabe hacer uso  tanto del discernimiento como de  sus intuiciones acerca de los valores auténticos, reales y verdaderos. El conocimiento infinito está latente en todos, pero no ha sido develado. El modo de acrecentar el conocimiento espiritual consiste en poner en práctica esa porción de sabiduría espiritual que una persona puede llegar a tener. Las enseñanzas que llegaron a la humanidad por medio de los Maestros de la sabiduría y la innata percepción de los valores que el aspirante trae consigo arrojan luz suficiente sobre el siguiente paso que el sadak ha de dar. Lo difícil es actuar sobre el conocimiento que él tiene. Uno de los mejores métodos tendientes a acrecentar nuestra sabiduría espiritual consiste en utilizar el conocimiento que ya tenemos. Para que el sadhana del conocimiento pueda ser provechoso, útil, desarrollante debe implementarse a cada paso haciendo debido hincapié en la acción. El discernimiento deberá guiar la vida cotidiana y las intuiciones más elevadas deben inspirarla.

La importancia de la acción

El karma-yoga, o sendero de la acción, consiste en actuar de acuerdo con las mejores intuiciones del corazón, sin temor ni vacilación. Lo que cuenta en el sadhana no es solo la teoría sino la práctica. La práctica cabal es mucho más importante que la teoría firme. Por supuesto, la práctica deberá estar basada en el conocimiento correcto y será mucho más productiva y útil; sin embargo, un error que se comete durante la práctica puede procurar lecciones de mucho valor. La especulación teórica sigue siendo espiritualmente estéril, aunque sea impecable. De manera que una persona que, sin mucha instrucción, pronuncia sinceramente el nombre de Dios y cumple con entusiasmo sus deberes más humildes, puede estar más cerca de Dios que quien conoce toda la metafísica del mundo, pero no permite que sus teorías modifiquen su vida cotidiana.

Un cuento esclarecedor

La diferencia entre la importancia de la teoría y la práctica comparadas en el campo de los sadhanas puede ilustrarse mediante el famoso cuento del asno. Un asno, que había estado recorriendo un camino durante mucho tiempo, sintió hambre y vio dos parvas de pasto, una a cierta distancia a la derecha del camino y la otra a cierta distancia a la izquierda del camino. Ahora bien, el asno pensó que era sumamente importante estar absolutamente seguro de cuál de las dos parvas era claramente la mejor antes de poder decidir con inteligencia si se dirigiría a una o a la otra. Si al decidirlo no pensara concienzudamente ni tuviera suficientes razones para preferir una u otra, actuaría por impulso y su acción no sería inteligente.

Por lo tanto, primero, estudió la distancia en la que las dos parvas estaban respectivamente ubicadas desde el camino que él estaba recorriendo. Para su desgracia, tras considerarlo minuciosamente, llegó a la conclusión de que las dos  parvas se hallaban a igual distancia del camino. Fue por eso por lo que se preguntó si debía considerar alguna otra cosa que le permitiera elegir “acertadamente” y especuló sobre los respectivos tamaños de ambas parvas. Incluso con este segundo intento de estar teóricamente seguro antes de actuar, sus esfuerzos no se vieron coronados por el éxito porque llegó a la conclusión que las dos parvas eran exactamente del mismo tamaño. Entonces, con la tenacidad y paciencia de un asno estudió otras cosas, como, por ejemplo, la calidad del pasto. Pero el destino quiso que, después de todo lo que comparó y pensó, las dos parvas resultaron ser igualmente deseables.

Al final, como el burro no pudo descubrir un factor decisivo que hiciera que su preferencia pareciera teóricamente firme, no se encaminó hacia ninguna de las dos parvas, sino que siguió de largo cansado y hambriento como antes, sin sentirse para nada mejor por haberse encontrado con aquellas dos parvas de pasto. Si el burro se hubiera encaminado hacia una de ellas, sin insistir sobre la certeza teórica de haber elegido sabiamente, tal vez se habría dirigido hacia la parva que no era tan buena como la otra. Y a pesar de cualquier error que su juicio intelectual hubiera cometido, él habría estado infinitamente mejor desde un punto de vista práctico.

En la vida espiritual no es necesario tener un mapa completo del sendero para empezar a transitarlo. Por el contrario, insistir en tener tan completo conocimiento sobre ese mapa puede realmente obstaculizar en lugar de ayudar a avanzar por el sendero. Los secretos más profundos de la vida espiritual se desentrañan para quienes se arriesgan y para quienes experimentan la vida con audacia. Porque esos secretos no están destinados al holgazán, al perezoso que busca garantías a cada paso. Quienes desde la playa especulen acerca del océano, lo único que conocerán es su superficie, pero quienes conocen las profundidades del océano deben estar dispuestos a sumergirse en él.

El servicio desinteresado

La realización del sadhana del karma-yoga exige que la acción surja de la percepción de la Verdad. La acción clara, transparente, iluminada no ata porque no está enraizada en el ego. Es una acción desinteresada. El egoísmo representa la ignorancia, mientras que el altruismo es un reflejo de la Verdad. La verdadera justificación para una vida de servicio desinteresado no la vamos encontrar en resultados posteriores o consecuencias sino en el valor mismo de esa vida de servicio. Lo paradójico de la acción desinteresada está en el hecho de que aporta al aspirante mucho más de lo que jamás podría  alcanzar dentro del campo del egoísmo ignorante. El egoísmo genera una vida reducida que gira en torno de la falsa idea de un individuo limitado, dual y separado, mientras que la acción desinteresada contribuye a disipar la ilusión de esa sensación de separación y resulta ser la puerta hacia la vida ilimitada en la que existe el desprendimiento total. Lo que una persona tiene puede perderlo, y lo que él desea tener tal vez nunca lo obtenga, pero si se desprende de algo con una actitud  de ofrenda a Dios, ya lo ha recuperado. Éste es el sadhana del karma-yoga.

Amor

El sadhana del amor (bhakti) es aún más importante que los sadhanas del conocimiento y de la acción. El amor es su propia excusa para existir. Es completo en sí mismo, no tiene el amor necesidad de complementos. Los santos más grandes se contentaron con amar a Dios sin desear otra cosa. El amor no es amor si se basa en alguna expectativa. En la intensidad del amor divino el amante se vuelve uno con el Amado. No hay mayor sadhana que el amor, no hay ley superior al amor, y no hay meta que esté más allá del amor, pues el amor se torna infinito en su estado divino. Dios y el amor son idénticos, y quien tiene amor divino ya tiene a Dios.

Del esfuerzo a la ausencia de esfuerzo

Se puede considerar al amor tanto como formando parte del sadhana como de la meta. El valor intrínseco del amor es tan evidente que a menudo se piensa que es un error considerarlo un sadhana que tenga alguna otra finalidad. En ningún sadhana la fusión en Dios es tan fácil y tan completa como en el amor. El sendero hacia la Verdad es alegre y sin esfuerzo cuando es  el amor quien lo preside. Por regla general, el sadhana implica esfuerzo y, a veces  incluso esfuerzo desesperado, como en el caso de un aspirante que tal vez pugne por desapegarse frente a las tentaciones. En el amor la sensación de esfuerzo no existe porque es espontáneo. La espontaneidad es la esencia de la verdadera espiritualidad. El supremo estado de consciencia, en el cual la mente se funde por completo en la Verdad, se conoce como Sahajawastha, el estado de espontaneidad ilimitada, en el que el conocimiento del Ser es ininterrumpido. Una de las paradojas conectadas con el sadhana espiritual es que todo el esfuerzo del aspirante apunta a llegar a un estado en el que el esfuerzo mismo no existe.

Historia sobre el ciervo almizclero

Hay un bello relato acerca de un kasturi-mriga, o ciervo almizclero, que pone de relieve el carácter de todo sadhana espiritual. Una vez, mientras vagaba y retozaba por colinas y valles, el kasturi-mriga percibió de repente un aroma, un perfume exquisito que nunca antes había conocido. Aquel perfume agitó tan profundamente lo más recóndito de su alma que decidió averiguar de dónde venía. Su anhelo era tan intenso que, a pesar de los fríos rigurosos y de los grandes calores, el ciervo continuó de día y de noche, buscando desesperadamente el origen de aquel perfume agradable, de esa fragancia increíble. Impávido, sin miedo, sin titubeos, prosiguió su infructuosa búsqueda hasta que al final, trastabilló en un risco, cayó al vacío y sufrió una herida fatal. Mientras exhalaba su último suspiro, el ciervo descubrió que el aroma que había embelesado su corazón y que había inspirado todos sus esfuerzos provenía del centro de su propio vientre. Este último momento de su vida fue el más feliz, y en su rostro se dibujó una paz inefable.

La meta del sadhana es el conocimiento de Sí Mismo

Todos los sadhanas espirituales se parecen a los esfuerzos del kasturi-mriga. La fructificación final del sadhana implica que el ego del aspirante deja de existir. En ese momento, el sadak comprende que él mismo ha sido, en un sentido, el objeto de toda su búsqueda y todos sus esfuerzos. Todo lo que sufrió, todo lo que  disfrutó, todos sus riesgos y aventuras, todos sus sacrificios y esfuerzos desesperados, tenían como propósito lograr el verdadero conocimiento de Sí Mismo, en el cual él pierde su limitada individualidad sólo para descubrir qué es realmente idéntico a Dios, quien está en todo.

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