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Selección de mensajes de Meher Baba

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El Llamado de Meher Baba

Dado por Meher Baba el 12 de septiembre de 1954

Era tras era, cuando la llama de la justicia comienza a apagarse, el Avatar viene a encender nuevamente la antorcha del amor y la verdad. Era tras era, en medio del clamor de los disturbios, guerras, temores y caos, suena el llamado del Avatar: “Vengan todos a Mí”.

Aunque, debido al velo de la ilusión, este Llamado del Antiguo puede aparecer como una voz en el desierto, su eco y re-eco penetra a través del tiempo y el espacio, para despertar de su profundo sueño de ignorancia, primero a unos pocos, y finalmente a millones.Y en medio de la ilusión, como la Voz detrás de todas las voces, despierta al ser humano para dar testimonio de la Manifestación de Dios en medio de la humanidad.

El momento ha llegado. Repito el Llamado, y pido a todos que vengan a mí.

Este llamado que viene de mí a través  de todos los tiempos alienta los corazones de aquellos que han soportado pacientemente todo por su amor a Dios, amando a Dios sólo por amor a Dios. Hay quienes temen y tiemblan ante las reverberaciones de este llamado y huyen o se resisten. Y hay otros que, desconcertados, no logran comprender por qué, El Más Alto de los Altos, que es todo-suficiente, debe necesariamente dar este llamado a la humanidad.

Independientemente de las dudas y convicciones, y a causa del Amor Infinito que llevo para cada uno y para todos, sigo viniendo como el Avatar, para ser juzgado una y otra vez por la humanidad, en su ignorancia, para ayudar al ser humano a distinguir lo Real de lo falso.

"El Llamado Divino”, que es permanentemente atenuado en el manto de la infinita y verdadera humildad del Antiguo, al principio es poco atendido, hasta que, por su infinita fuerza, se expande en volumen para reverberar, y seguir reverberando, en incontables corazones como la Voz de la Realidad.

La fuerza engendra humildad, mientras que la modestia habla de debilidad. Sólo quien es verdaderamente grande puede ser realmente humilde.

Cuando, en el firme conocimiento de esto, el ser humano admite su verdadera grandeza, es en sí mismo una expresión de humildad. 

Acepta su grandeza como lo más natural y expresa simplemente lo que es, así como no dudaría en admitir ante sí mismo y ante los demás el hecho de ser humano.

Para quien es verdaderamente grande, y sabe que es verdaderamente grande, negar su grandeza sería menospreciar lo que indudablemente es. Mientras que la modestia es la base del disfraz, la verdadera grandeza está libre de camuflaje.

Por lo contrario, cuando un ser humano expresa una grandeza, que sabe o siente que no posee, es el más grande de los hipócritas.

El ser humano que no es grande y, sabiéndolo y sintiéndolo, afirma firme y francamente que no es grande, es honesto.

Hay unos cuantos que no son grandes, y aun así asumen una humildad en la creencia genuina de su propio valor. Con palabras y acciones expresan repetidamente su humildad, profesando ser servidores de la humanidad. La verdadera humildad no se adquiere simplemente vistiendo un atuendo de humildad. La verdadera humildad emana espontánea y continuamente de la fuerza de aquel que es verdaderamente grande. Expresar la propia humildad no nos hace humildes. A pesar de que un loro pueda decir: "Yo soy un ser humano", eso no lo hace humano.

Es mejor la ausencia de grandeza que establecer una falsa grandeza por una supuesta humildad. Estos esfuerzos de humildad por parte del ser humano no solo no expresan fuerza, sino que son expresiones de modestia nacidas de la debilidad, que surge de una falta de conocimiento de la verdad de la Realidad.

Cuidado con la modestia. La modestia, bajo el manto de la humildad, lleva invariablemente a las garras del autoengaño. La modestia engendra egoísmo, y el ser humano finalmente sucumbe al orgullo a través de la supuesta humildad.

La mayor grandeza y la mayor humildad van de la mano de forma natural y sin esfuerzo.

Cuando el Más Grande de todos dice "Yo soy el Más Grande", no es más que una expresión espontánea de una Verdad infalible. La fuerza de su grandeza no radica en resucitar a los muertos, sino en su gran humillación cuando se deja ridiculizar, perseguir y crucificar en manos de  aquellos que son débiles de carne y espíritu. A través de los tiempos, la humanidad ha fallado en comprender la verdadera profundidad de la Humildad que subyace en la grandeza del Avatar,  y ha medido su Divinidad por medio de criterios religiosos adquiridos y limitados.Incluso los verdaderos santos y sabios, que tienen algún conocimiento de la Verdad, han fallado en entender la grandeza del Avatar cuando se han enfrentado con Su real humildad.

Era tras era, la historia se repite cuando hombres y mujeres, en su ignorancia, limitaciones y orgullo, enjuician a Dios encarnado en hombre que declara Su Divinidad, y lo condenan por decir las Verdades que ellos no pueden entender.  Él es indiferente al abuso y a la persecución;  en Su verdadera compasión comprende, en Su continua experiencia  de la Realidad conoce, y en Su infinita misericordia perdona.

Dios es todo. Dios conoce todo, y Dios hace todo. Cuando el Avatar proclama que Él es el Antiguo, es Dios quien proclama Su manifestación en la Tierra. Cuando el hombre habla a favor o en contra del estado avatárico, es Dios mismo quien habla a través de Él. Es solo Dios quien se declara a través del Avatar y de la humanidad

Les digo a todos, con mi Divina Autoridad, que ustedes y yo no somos "NOSOTROS", sino "UNO". Ustedes inconscientemente sienten mi Estado Avatárico en su interior; yo siento conscientemente lo que cada uno de ustedes siente. Así cada uno de nosotros es Avatar, en el sentido de que todos y todo son todos y todo, al mismo tiempo, y para siempre.”

No hay nada más que Dios. Él es la única Realidad, y todos nosotros somos uno en la Unidad indivisible de esta Realidad absoluta. Cuando Aquel que ha realizado a Dios dice: "Yo soy Dios. Tú eres Dios, y todos somos uno," y también despierta este sentimiento de Unidad en sus yoes atados a la ilusión, entonces la cuestión de lo pequeño y lo grande, el pobre y el rico, el humilde y el modesto, el bueno y el malo, simplemente desaparece. Es su falsa conciencia de la dualidad la que engaña al ser humano para que haga distinciones ilusorias y las clasifique en categorías separadas.

Repito y enfatizo que, en mi continua y eterna experiencia de la Realidad, no existe diferencia entre los ricos y los pobres del mundo. Pero si existiera para mí tal cuestión de diferencia entre la opulencia y la pobreza, consideraría realmente pobre a quien, poseyendo riquezas del mundo, no posee la riqueza del amor a Dios. Y yo consideraría verdaderamente rico a quien, sin poseer nada, posee el tesoro inestimable de su amor por Dios. Suya es la pobreza que es la envidia de los reyes y que hace que incluso el Rey de reyes sea su esclavo.

Sepan, por lo tanto, que a los ojos de Dios la única diferencia entre los ricos y los pobres no está en la riqueza o en la pobreza, sino en el nivel de intensidad y sinceridad del anhelo por Dios.

Solamente el amor a Dios puede aniquilar la falsedad del ego limitado, que es la base de la vida efímera. Sólo esto puede hacer que uno se dé cuenta de la Realidad de su Ego Ilimitado, que es la base de la Existencia Eterna. El Ego divino, como base de la Existencia Eterna, se expresa continuamente; pero el ser humano, envuelto en el velo de la ignorancia, malinterpreta su Ego Indivisible y lo experimenta y expresa cómo el ego limitado y separado.

Presten atención cuando digo con mi Divina Autoridad que la Unidad de la Realidad es tan inflexiblemente ilimitada y omnipresente que no sólo "Somos Uno", sino que incluso este término colectivo de "Nosotros" no tiene cabida en la Infinita e Indivisible Unicidad.

Despierten de su ignorancia y traten al menos de entender que, en la inflexible e indivisible Unicidad, no sólo es el Avatar Dios, sino también la hormiga y el gorrión, así como uno y todos ustedes no son nada más que Dios. La única diferencia aparente está en los estados de conciencia. El Avatar sabe que el gorrión no es un gorrión, mientras que el gorrión no se da cuenta de esto e, ignorando su ignorancia, se identifica a sí mismo con un gorrión.

No vivas en la ignorancia. No malgastes tu preciosa vida diferenciando y juzgando a tus semejantes; más bien aprende a anhelar el amor de Dios. Aún en medio de tus actividades mundanas, vive sólo para encontrar y realizar tu verdadera identidad con tu Amado Dios.

Sé puro y sencillo, y ama a todos y a todo, porque son uno. Vive una vida sincera; sé natural y honesto contigo mismo.

La honestidad te protegerá contra la falsa modestia y te dará la fuerza de la verdadera humildad. No escatimes esfuerzos para ayudar a los demás. No busques otra recompensa que el regalo del Amor Divino. Anhela este don sincera e intensamente, y prometo en nombre de mi Divina Honestidad que te daré mucho más de lo que tú anhelas.

"Les doy a todos mi bendición para que la chispa de mi Amor Divino pueda implantar en sus corazones el profundo anhelo del amor de Dios."

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