El 25 de noviembre se celebró en el pueblo de Rath el darshan más numeroso en la Vida Libre y Ardiente. Gaya Prasad Khare, su hijo Adarsh y toda su familia, incluido Gauri Shankar Vaidya, habían planificado ese programa, al que asistieron no menos de veinte mil personas. Gaya Prasad había armado una enorme tienda, inmejorablemente arreglada y adornada. Se congregó una enorme multitud, y Baba repartió prasad a miles y miles de personas a lo largo del día hasta el anochecer.

Como se procedía habitualmente, uno de los siete mensajes fue leído en voz alta después de la explicación de Baba sobre la Vida Libre y Ardiente. Uno de los mensajes de Baba se titulaba Nuestros males y nuestros remedios

En el mundo calladamente especulativo y también en el de las actividades políticas en auge, o en los del esfuerzo individual, los hombres están tratando, con desesperación, de remediar los muchos males heredados por la humanidad. Todas nuestras creencias, todos nuestros partidos e “ismos” son otras tantas soluciones prácticas ofrecidas con esa finalidad. Pero, aunque sean buenas como intenciones y puntos de partida, suelen crear confusión y caos en vez de soluciones, porque pierden de vista esta verdad ineludible: toda institución religiosa está condenada al fracaso a menos que lleve a cabo la transformación interior del individuo. Por consiguiente, los partidos, credos e “ismos” no me interesan; los únicos que me interesan son los valores fundamentales que deben ser aceptados universalmente y de todo corazón si la humanidad ha de salvarse de verdad.

Me interesan por igual el santo y el pecador, el pequeño y el grande, el rico y el pobre, el ignorante y el sabio, y Oriente y Occidente. El único remedio por excelencia, recomendado para todos ellos, es la comprensión espiritual, que al mismo tiempo incluye y reemplaza todas las demás formas de conocimiento. Precipita inevitablemente la fusión de la teoría con la práctica, pues pertenece tanto al corazón como a la mente. Cuando nuestra ley consiste en el intelecto, contamos con el amor, que es imperecedero, y con la acción, que es dinámicamente creadora: amor sin marañas, y acción sin apego a los resultados. El comprender de verdad el lugar que el hombre ocupa en la Vida Universal de Dios permitirá al hombre evitar mucho sufrimiento –físico y mental– que a veces él mismo provoca obrando mal, y a menudo crea imaginando malamente.

Por seductora que sea, toda alegría se disipará, a menos que brote de la vida existente en la Verdad Eterna. Todo sufrimiento sólo endurecerá o amargará el corazón a menos que se lo acepte con alegría y resignación, y se lo utilice con el fin de despertar respecto de lo que realmente vale. El sufrimiento rondará en torno de nosotros una y otra vez de innumerables maneras, a no ser que renunciemos a la ilusión del separatismo, la cual surge de una falsa identificación con el cuerpo o con la mente egoica. Y la verdadera alegría se nos escapará una y otra vez, a no ser que nos establezcamos firmemente en la imperecedera dulzura (ananda) de la Vida Eterna, la cual no admite divisiones ni acepta limitaciones.

¡Sed discípulos de esta Vida Divina que vibra eternamente en todos y cada uno!

— Bhau Kalchuri, Lord Meher XI.