En la tarde del 9 de febrero de 1937, Baba dio una explicación sobre la hipocresía y el engaño. Preguntó a los occidentales: ¿Qué es el autoengañarse? Decimos que fulano de tal se autoengaña. ¿Qué quiere decir esto?

Alguien contestó: Se refiere a quien imagina ser lo que no es, y Baba le contestó:

¡Pero la imaginación de este hombre que se autoengaña es tan fuerte que no tiene dudas de ser lo que él piensa que es! Realmente cree ser esta o aquella persona. Este engaño es muy contundente pero, después de todo, es un engaño. Y aunque estos hombres no son hipócritas, son peligrosos, pero no tanto.

En un sentido, están todos locos; las personas que se engañan están siempre locas. Por ejemplo, piensan que son el cuerpo. Y están locos del cuerpo, ¿no lo están?

Dirigiéndose a una persona del grupo, Baba señaló con sonrisa burlona: ¡Eres un loco, pero un loco de Dios!, y continuó diciendo:

El autoengaño es desafortunado, pero la hipocresía es inexcusable. Quien se engaña no sabe, pero piensa que sabe. El hipócrita sabe que no sabe, pero finge saber.

El ser no tiene sexo, pero cuando el ser se trata sí mismo como si fuera el cuerpo, entonces aparece la ilusión del sexo y, por lo tanto, la dualidad. El Ser de cada uno es asexuado, pero el ser de una persona se cree mujer, y el de otra, hombre. Esto es engaño. La diferencia es muy sutil. Todo es producto de que creemos que somos el cuerpo.

El alma es al cuerpo lo que un hombre calvo a su peluca. El calvo se pone la peluca cuando se va a trabajar por la mañana. Se la quita cuando regresa a su casa y se va a dormir por la noche. En conclusión, ustedes deben aprender a usar el cuerpo cuando lo necesiten para trabajar, y librarse de él cuando no lo necesiten más.

— Bhau Kalchuri, Lord Meher VI.