Dios no escucha el lenguaje de la lengua, constituido por japa, zikra, mantras y cantos piadosos. Él no escucha el lenguaje de la mente, constituido por meditación, concentración y pensamientos sobre Dios. Él escucha solamente el lenguaje del corazón, constituido por el amor.

Por eso, amen a Dios y libérense en esta vida misma. Este amor puede expresarse de diversos modos, cuyo resultado es, en última instancia, la Unión con Dios. El modo práctico que el hombre común tiene para expresar este amor, mientras atiende los deberes cotidianos, consiste en hablar con amor, pensar con amor y actuar con amor hacia toda la humanidad, independientemente de casta, credo y posición social, considerando que Dios está presente en todos y cada uno.

No escuchen la voz de la mente. Escuchen la voz del corazón. La mente vacila; el corazón no titubea. La mente teme; el corazón no se acobarda. La mente es la casa de las dudas, los razonamientos y las teorías. Cuando el corazón se purifica, se convierte en la morada del Dios Amado. Por eso, liberen sus corazones de bajos deseos, tentaciones y egoísmo, y Dios se manifestará en ustedes como su propio Ser.

— Bhau Kalchuri, Lord Meher XII.