Del esfuerzo a la ausencia de esfuerzo

Se puede considerar al amor tanto como formando parte del sadhana como de la meta. El valor intrínseco del amor es tan evidente que a menudo se piensa que es un error considerarlo un sadhana que tenga alguna otra finalidad. En ningún sadhana la fusión en Dios es tan fácil y tan completa como en el amor. El sendero hacia la Verdad es alegre y sin esfuerzo cuando es el amor quien lo preside. Por regla general, el sadhana implica esfuerzo y, a veces incluso esfuerzo desesperado, como en el caso de un aspirante que tal vez pugne por desapegarse frente a las tentaciones. En el amor la sensación de esfuerzo no existe porque es espontáneo. La espontaneidad es la esencia de la verdadera espiritualidad. El supremo estado de consciencia, en el cual la mente se funde por completo en la Verdad, se conoce como Sahajawastha, el estado de espontaneidad ilimitada, en el que el conocimiento del Ser es ininterrumpido. Una de las paradojas conectadas con el sadhana espiritual es que todo el esfuerzo del aspirante apunta a llegar a un estado en el que el esfuerzo mismo no existe.

Historia sobre el ciervo almizclero

Hay un bello relato acerca de un kasturi-mriga, o ciervo almizclero, que pone de relieve el carácter de todo sadhana espiritual. Una vez, mientras vagaba y retozaba por colinas y valles, el kasturi-mriga percibió de repente un aroma, un perfume exquisito que nunca antes había conocido. Aquel perfume agitó tan profundamente lo más recóndito de su alma que decidió averiguar de dónde venía. Su anhelo era tan intenso que, a pesar de los fríos rigurosos y de los grandes calores, el ciervo continuó de día y de noche, buscando desesperadamente el origen de aquel perfume agradable, de esa fragancia increíble. Impávido, sin miedo, sin titubeos, prosiguió su infructuosa búsqueda hasta que al final, trastabilló en un risco, cayó al vacío y sufrió una herida fatal. Mientras exhalaba su último suspiro, el ciervo descubrió que el aroma que había embelesado su corazón y que había inspirado todos sus esfuerzos provenía del centro de su propio vientre. Este último momento de su vida fue el más feliz, y en su rostro se dibujó una paz inefable.

La meta del sadhana es el conocimiento de Sí Mismo

Todos los sadhanas espirituales se parecen a los esfuerzos del kasturi-mriga. La fructificación final del sadhana implica que el ego del aspirante deja de existir. En ese momento, el sadak comprende que él mismo ha sido, en un sentido, el objeto de toda su búsqueda y todos sus esfuerzos. Todo lo que sufrió, todo lo que  disfrutó, todos sus riesgos y aventuras, todos sus sacrificios y esfuerzos desesperados, tenían como propósito lograr el verdadero conocimiento de Sí Mismo, en el cual él pierde su limitada individualidad sólo para descubrir qué es realmente idéntico a Dios, quien está en todo.

— Meher Baba. Discursos. "Los aspectos más profundos del sadhana".