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Rama - La niñez y la juventud de Rama

Rama - La niñez y la juventud de Rama

Rama

Parte 1

“Yo mismo soy Ram.”

Eso fue lo que Baba replicó a un indio que se describió a sí mismo como devoto de Ram.1 El Avatar está siempre con nosotros, pero su “ropa” humana cambia de una era a otra.

Aparentemente es inútil la búsqueda del Rama “histórico”. Como es característico con otros Avatares, Baba pudo haber suministrado completos detalles biográficos de Rama, pero no le interesó hacerlo.

Rama vivió en India hace aproximadamente siete mil años.2 Dasaratha, padre de Rama, fue un rey que gobernó en Ayodhya, una comunidad en la que predominaba la justicia debido a la virtud de Dasaratha.3  El Ramayana nos cuenta que, cuando nació Rama, los dioses y los semidioses se quejaban porque los “demonios” oprimían a todos. Ravana era el jefe de los demonios. Como ocurre con muchos aspectos del Ramayana, es formidable el simbolismo espiritual que entraña el concepto de “demonio”. Lo más importante de esto es el sorprendente punto de vista de Baba sobre el rol de Ravana en la vida de Rama.

El Señor Ram tuvo su Ravana, Jesús su Judas. Uno de los doce hombres en el círculo es siempre como ellos. Supongan que mi dedo fuera un compás. Yo, como el Maestro, soy el punto del medio, y el circuito externo es mi círculo. Observen ahora lo que sucede cuando el círculo se completa y el compás se estaciona. El lápiz está quieto en un punto del círculo. ¡El que está debajo del punto grita! Ese es Judas.

Once integrantes del círculo Realizaron a Dios durante mi vida: el duodécimo integrante lo Realiza después de que yo muero. Él, mi Judas, por ser el lado oscuro de mí, me Realiza después de partir yo físicamente.4

Es probable que los hindúes ortodoxos se consternen ante la idea de que el demoníaco Ravana era realmente un integrante del círculo del Avatar, así como a los cristianos tal vez les cueste mucho aceptar que Judas Realizó a Dios.

La niñez y la juventud de Rama

Vishnú escuchó las plegarias de los dioses y semidioses y aceptó encarnar como ser humano. La mitad de la fuerza espiritual de Vishnú nació como Rama, el hijo de Kausalya, esposa de Dasaratha; una cuarta parte de la fuerza espiritual de Vishnú nació como Bharata, el hijo de Kaikeyi, segunda esposa de Dasaratha; y una cuarta parte de la fuerza espiritual de Vishnú nació como Laksmana y Satrughna, hijos gemelos de Sumitra, tercera esposa de Dasaratha. 

Rama y Laksmana eran inseparables de jóvenes. Eran ejemplos del ideal espiritual: respetuosos de las tradiciones espirituales, cordiales con sus padres, totalmente atentos al “dharma” de la cultura de su tiempo y lugar.  La gente del reino adoraba a los niños. A los dieciséis años de edad, éstos acompañaron a un sabio espiritual en una exitosa misión destinada a matar demonios. La fama de ellos se difundió hasta lejanas tierras y fueron invitados a visitar al rey Janaka, viviendo en la ciudad de Mithila. Janaka le dijo a Rama que éste podía casarse con Sita, la hija de Janaka, si era capaz de disparar el arma gigantesca llamada “dhanus”. Una vez que Rama logró disparar el arma “dhanus” en una ceremonia pública, Janaka le dio a Sita en matrimonio.

El suegro de Rama, el Maestro Perfecto

Baba nos cuenta que Janaka era un Maestro Perfecto. Es probable que Janaka fuera uno de los Maestros Perfectos que develaron a Rama su condición de Avatar. Baba relató la siguiente anécdota sobre Janaka:

El rey Janaka fue un Videh Mukta: un Sadguru privado físicamente de sensaciones o percepciones, y que había trascendido a maya. Pero debido a que era rey, vivía espléndidamente como un monarca, y en su palacio tenía todas las comodidades y riquezas correspondientes a su rango.

Un día un aspirante del sendero, enviado por su Gurú, fue a ver a Janaka. El peregrino había sufrido toda clase de severas austeridades, deambulado durante años y años, y ayunado largo tiempo sin comida e incluso sin agua.

Cuando llegó a la corte de Janaka y vio la pompa y grandiosidad del palacio, pensó: “¿Cómo podría alguien darme conocimientos viviendo tan regiamente? Cuando el rey mismo está enmarañado en maya, ¿cómo podría liberar de maya a los demás alguna vez?”

El rey Janaka pidió al peregrino que pernoctara y le dijo que conversaría con él unos días después. Le asignó en el palacio una habitación excelente, con todos los lujos. Puso a su disposición un sirviente y le dieron los mejores manjares. Pero a la noche, cuando se fue a dormir y se acostó en su lecho, vio que sobre éste colgaba una roca de grandes dimensiones que parecía estar bajando lentamente. Se asustó y estuvo despierto toda la noche mirando esta roca, temiendo que cayera y lo aplastara. No durmió durante dos días y su salud se resintió.

El tercer día Janaka lo mandó a buscar, preguntando por el peregrino. Éste le contó que pasó las noches sin dormir, y el rey le dijo: “A pesar de toda comodidad y bienestar que tuviste, no pudiste dormir y te desvelaste. Si comparas las angustiantes dificultades que sufriste en tus penitencias pasadas, esta experiencia parece haber sido mucho más torturante pues tu mente se concentró todo el tiempo en la roca. Aunque te encontraste externamente con que todo era espléndido y glorioso, ¡tu vida fue igual que la que viviste durante años!”

Aunque me ves rodeado de comodidades palaciegas, internamente estoy arraigado todo el tiempo en Dios. ¡Trasciendo todo esto y hago que los demás lo trasciendan!

Entonces el peregrino comprendió el estado del rey Janaka y se entregó a éste.5

El rey Janaka era un Maestro Perfecto y por supuesto sabía que Rama estaba destinado a casarse con Sita y sería capaz de disparar el arma “dhanus”.

Baba dio a conocer otra historia muy entretenida sobre Janaka:

El Emperador Janaka, padre de Sita, era también un Maestro Perfecto. Durante su reinado, había un joven de las afueras de su imperio que ansiaba desesperadamente ver a Dios. Decía: “Debo verlo con tanta claridad como veo estas cosas exteriores”. Y decidió ver a Janaka para pedir su ayuda. Anduvo bajo el sol y la lluvia, sin comer por dos meses. Eso ocurrió hace unos siete mil años. En ese entonces no había automóviles ni aeroplanos. Finalmente llegó a la corte del palacio de Janaka. Los guardias lo detuvieron tras darle el alto. El joven se quedó parado fuera de las murallas llamando en voz alta a Janaka, llorando a gritos por Janaka, gritando su nombre, su gloria y su fama. Al final Janaka lo oyó y pidió a sus ministros que averiguaran quién era ése.

El joven replicó: “Soy un amante de Dios. Quiero ver a Dios. Janaka debe mostrarme a Dios.”

Janaka lo hizo comparecer y dijo a sus ministros: “¡Arrójenlo al calabozo!” Y lo encarcelaron. El joven pensó: “Este Janaka, que se autodenomina omnisciente, debiera saber que yo estoy buscando a Dios, pero aún así me envía a prisión”. Pocos días después, durante los cuales el joven no tuvo comida ni bebida, Janaka ordenó que lo hicieran presentar en audiencia. Juntando sus manos, Janaka lo saludó y ordenó a sus ministros que lo bañaran, le dieran de comer y lo trataran como a un príncipe. Trajeron al joven al palacio y lo hicieron sentar en el trono de Janaka. Y Janaka dijo: “Déjenlo disfrutar este estado durante tres días”.

El joven no comprendió lo que Janaka pensaba hacer y, por supuesto, no supo cómo manejar los asuntos de estado. Acudieron pobres mendigando y ministros en busca de consejo. Pero el joven, sin saber qué hacer, se quedaba callado. Finalmente apeló a los ministros para que le pidieran a Janaka que lo librara de este incómodo puesto. Llegó Janaka, le ordenó que bajara del trono y le preguntó qué prefería: si vivir en prisión o vivir en el trono. El joven le dijo: “Ambas cosas son prisiones pero de diferente clase.” Entonces Janaka le ordenó que se marchara y regresara doce años después.

El joven abandonó el palacio, anduvo deambulando por India, llegó a enriquecerse y pasó a llamarse Kalyan, que significa “feliz en todos los aspectos”. Regresó a donde estaba Janaka doce años después; esta vez era rico y  próspero. Los guardias volvieron a detenerlo preguntándole quién era. Les dijo: “Soy Kalyan, el rico.” Al oír esto, Janaka le mandó a decir que se marchara por algunos años más. Kalyan regresó a su lugar de origen y, con el paso del tiempo, perdió todo lo que poseía. Regresó para ver a Janaka después de doce años más, y éste volvió a preguntar quién era ese hombre. Kalyan replicó: “Soy Kalyan, el miserable”. Entonces Janaka hizo que se alejara durante doce meses más.

Durante este tiempo Kalyan empezó a cavilar: “¿Qué es esto? Cuando vine por primera vez para ver a Janaka, yo no tenía nada y lo único que quería era ver a Dios. Entonces me encarcelaron. Luego me pusieron en el trono. Y después me enriquecí. Y después me empobrecí. ¿Qué significa todo esto?”. Después de doce meses, cuando Kalyan regresó al palacio de Janaka, uno de los guardias se apiadó de él y le dijo: “No seas tonto, y esta vez, cuando Janaka te pregunte quién eres, dile: ‘¡No lo sé!’”. Kalyan hizo caso de este consejo. Entonces Janaka dirigió su mirada sobre él y Kalyan perdió la consciencia de todos los cuerpos y del mundo entero, y fue consciente de su propio Ser como Dios Infinito.

Esta historia significa que, a menos que ustedes pierdan el “yo”, ¡no podrán ver a Dios ni volverse Dios, porque donde ustedes están, Dios no está!6

El Ramayana contiene numerosas referencias simbólicas a máquinas voladoras y vehículos en general. La observación de Meher Baba en el sentido de que en la época de Rama no había aeroplanos ni automóviles, contextualiza debidamente esas referencias legendarias. La ficticia simbología del Ramayana lo convierte en un relato que se puede disfrutar más. El Ramayana ha sido embellecido por la transmisión de una generación a otra durante miles de años, y el relato se torna más entretenido para el lector corriente al hacer mención de “demonios” y “máquinas voladoras”.

Janaka también comprometió a su otra hija Urmila como novia de Laksmana.  Además, el hermano de Janaka comprometió a sus dos hijas a otros dos hijos de Dasaratha, que se llamaban Bharata y Satrughna. Los cuatro matrimonios tuvieron lugar simultáneamente. Al regresar a Ayodhya, Rama y Sita vivieron vidas ejemplares. Rama fue la encarnación del joven ideal, y Sita fue la encarnación de la esposa ideal. El pueblo de Ayodhya adoraba a ambos.

Rama, Sita y Laksmana son obligados a exiliarse

Dasaratha quería ver a Rama ascender al trono antes de morir. El pueblo de Ayodhya compartía plenamente el deseo de Dasaratha. Kaikeyi, una de las esposas de Dasaratha y la madre de Bharata conspiraron contra Dasaratha. Kaikeyi le recordó a Dasaratha que ella le había salvado la vida mucho tiempo atrás y que, a cambio, él le había prometido concederle dos favores, y le reclamó que le hiciera esos favores: primero, Bharata debería subir al trono como rey en lugar de Rama; y segundo, Rama debería desaparecer en el bosque durante catorce años.

Aunque la traición de Kaikeyi enfureció a Dasaratha, Rama aceptó inmediatamente las dos exigencias de Kaikeyi. Rama reconoció que el dharma exigía que Dasaratha cumpliera sus promesas y también que Rama mismo acatara los legítimos reclamos. Rama miró sin rodeos a Kaikeyi y le dijo que él de ninguna manera estaba apegado a la riqueza, la fama, el poder y los placeres y que era fiel a una sola cosa: a la verdad.

Fue Kausalya, la propia madre de Rama, quien, muy acongojada, le prohibió que partiera hacia el exilio. Le dijo a Rama que ella moriría sin la compañía de su amado hijo. Rama le explicó que él debía soportar la ley del dharma acatando lo que su padre había prometido y que, en última instancia, todo formaba parte del plan de Dios. Rama le prohibió a su madre que se exiliara con él, explicándole que ella tenía el deber de atender a su esposo. Al final Kausalya bendijo el exilio de Rama y prometió esperarlo hasta que regresara a Ayodhya.

La historia fue distinta con Sita. Como leal esposa, le agradó ir al exilio con Rama y le dijo que, sin él, se suicidaría. Conmovido por la devoción de Sita, Rama estuvo de acuerdo en llevarla consigo. Rama también permitió que su hermano Laksmana fuera con él hacia el exilio.

El Ramayana describe a Rama y Laksmana como inseparables. Una persona común tendería a considerar que esto parece una devoción y una lealtad fraternas, pero Baba observa algo más:

En fana-fi-Rasul, que es un estado muy fuera de lo común y que también ocurre muy raras veces, una persona se hace Uno con el Avatar (Rasul). Esto sucede cuando el Avatar está físicamente presente en el mundo y poco antes de su singular manifestación mundial. Es un episodio fuera de lo común. Esto ha sucedido en el pasado.7

Bhau Kalchuri señala que Laksmana fue uno de estos extraordinarios individuos en estado de fana-fi-Rasul.8

Antes de marcharse de Ayodhya, Rama regaló sus bienes a los pobres, a sus sirvientes y a varios santos. Cuando los tres peregrinos partieron, Ayodhya quedó espiritualmente muerta, una ciudad de luto. Sumidos todos en honda tristeza, nadie quería seguir viviendo sin Rama, Sita y Laksmana. El padre de Rama murió de pesar tan pronto los peregrinos se marcharon. No obstante, éstos tuvieron que cumplir con su destino divino, lo cual requería que partieran hacia el exilio.

Un sabio recomendó que los tres peregrinos se radicaran en la colina de Chitrakuta, y Rama estuvo de acuerdo en hacerlo. Aunque gran parte del Ramayana es simbólico y probablemente sugiera que Rama no era una persona real o que los lugares y acontecimientos que el libro registra de ninguna manera eran reales, Meher Baba se esmeró en señalar que Rama fue una persona real y que los lugares descriptos en el Ramayana realmente formaban parte de India. Bhau Kalchuri nos cuenta esto:

Baba deseaba contactar sadhus en Chitrakot, a 177 kilómetros al sudoeste de Allahabad, y ese día condujeron hacia allá. Pero cuando llegaron, se sintió incómodo y dijo rotundamente: “No me gusta la atmósfera de aquí”, y entonces regresaron a Allahabad sin haber concretado un solo contacto.

La carretera hacia Chitrakot estaba horrorosa y es inexplicable qué trabajo hizo Baba recorriendo hasta allá los 177 kilómetros de ida y los 177 de vuelta. A la zona boscosa de Chitrakot se la asocia con el advenimiento del Señor Ram. Se cree que Ram, Laksmana y Sita pasaron once de sus catorce años de exilio en Chitrakot.9

Bhau Kalchuri también señala que Meher Baba visitó Ayodhya y trabajó allí con un alma espiritualmente avanzada que era muy reverenciada. Es muy interesante indicar la reacción negativa de Baba ante Chitrakot, una zona que, miles de años atrás, fue santificada por la presencia de Rama. Nada excepto Dios permanece sagrado a través de las eras. Así como Baba dio vuelta atrás ante la atmósfera de Chitrakot, tampoco visitó los lugares “sagrados” que se asocian con Mahoma y Jesús, los dos últimos Avatares. El hecho de que un Avatar viviera una vez en una zona determinada no asegura que esta zona conserve su atmósfera espiritual. El Oriente Medio es actualmente un campo de batalla, y el Tíbet, el hogar de los Maestros Perfectos en el pasado, ha sido invadido por un sistema político para el cual la religión en sí misma es repugnante.

Por otra parte, según la leyenda, Rama y Sita recorrieron la zona de Happy Valley, en Maharashtra, y visitaron la zona de Hamirpur, en el norte de India. Baba llevó personalmente a los discípulos occidentales a la zona de Happy Valley, y allí, en la zona de Hamirpur hay una comunidad entera de amantes de Baba, famosa por su profunda devoción a él. El área misma de Maharasthra fue el hogar de Shivaji, uno de los advenimientos menores del Avatar. El Avatar nunca está ligado a ningún territorio, grupo étnico o ritual religioso, y se complace en revitalizar ciertas zonas y ciertas perspectivas religiosas según su amplio criterio.

Bharata viajó hasta el bosque para reunirse con Rama e implorarle que reconsiderara su destierro y subiera al trono. Aunque Rama se alegró mucho al ver a Bharata, le preguntó a éste por qué había abandonado sus deberes y le dio un pequeño discurso sobre por qué todos necesitan cumplir con su deber (dharma) en la vida. Cuando Bharata siguió rogándole a Rama que regresara a Ayodhya, Rama le explicó que uno sólo puede trabajar en su propia felicidad al actuar correctamente y que él necesitaba honrar las promesas de su padre. Rama le dijo a Bharata que se proponía cumplir su deber según lo establecido por el dharma, e instó a Bharata a que hiciera lo mismo.

1. Lord Meher, 4528.

2. Lord Meher, 4458.


3. La vida de Rama ha sido resumida de The Concise Ramayana of Valmiki, editado por el Swami Venkatesananda (Albany, Nueva York: State University of New York Press, 1988).

4. Lord Meher,
966.

5. Lord Meher,
2440-2441.

6. Lord Meher,
4458-4459.

7. Lord Meher,
6190.

8. Lord Meher,
nota de página 6190.

9. Lord Meher,
3329.